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La guerra entre Irán e Irak

Irán rechaza la nueva propuesta iraquí de alto el fuego

ENVIADO ESPECIAL Irán ha rechazado la última proposición iraquí de cese el fuego condicional -del 5 al 8 de octubre- y ha anunciado el comienzo de un contraataque de las tropas de Jomeini en todos los frentes. La oferta iraquí del miércoles por la noche, alto el fuego a condición de que sus fuerzas no fueran atacadas por las iraníes, fue calificada de inaceptable por el encargado de negocios iraní en las Naciones Unidas, Jamal Shemirani. Este repitió la tesis de Teherán de que cualquier pacificación pasa por la retirada iraquí a sus posiciones.

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Ayer, el presidente del Parlamento iraní, el ayatollah Rafsanjani, afirmó en Teherán que las fuerzas iraníes han lanzado un contraataque general contra las tropas de Bagdad. Los pilotos iraníes han preparado psicológicamente la ofensiva arrojando millares de octavillas en territorio enemigo instando al derrocamiento del presidente Saddam Hussein.El Estado Mayor del imán Jomeini ha lanzado un urgente llamamiento a la movilización general en el Juzestán («si es necesario, utilizado vuestros puños y vuestros dientes para destruir al enemigo»), explicando que se prepara una ofensiva de los blindados iraquíes contra las ciudades de Jorrarrishar y Abadán, en la orilla iraní de Chat el Arab.

Varios embajadores europeos fueron recibidos ayer por el ministro iraní de Exteriores. A todos ellos, cuya identidad no ha sido revelada, se les informó de: la posición oficial iraní sobre el conflicto -retirada incondicional iraquí- El embajador iraní en Moscú, que días atrás había enunciado en la capital soviética las presuntas condiciones de su país para aceptar un alto el fuego, fue llamado ayer a Teherán. Las declaraciones de Mohamed Morki «no reflejan en absoluto el punto de vista de la República Islámica», según sus superiores.

La propuesta de cese el fuego formulada por Irak no ha encontrado hasta el momento credibilidad plena para los dirigentes islámicos iraníes. En las últimas horas, las alarmas antiaéreas y, las medidas de prevención se han intensificado por doquier. A la hora de redactar esta crónica, decenas de reflectores iluminan el oscuro cielo de Teherán en todas direcciones, y durante las últimas horas han circulado rumores no confirmados de que la aviación iraquí se apresta a realizar una nueva incursión sobre Teherán.

Lo cierto es que Irán recela de Bagdad y aguarda pacientemente de su hoy enemigo la respuesta a su «frustración en el campo de batalla».

El propio Jomeini sigue considerando la guerra irano-iraquí como una «bendición disfrazada», según sus propias palabras, ya que contempla este conflicto como una prueba de la fortaleza de la revolución islámica, una especie de bautismo de fuego contra los enemigos exteriores del Islam, y que concluirá con una vitalización revolucionaria.

Según los dirigentes iraníes, la guerra va a tener una duración distinta a la que los «enemigos de la revolución» creían que tendría en un principio, y su resultado se convertirá en un acicate verdadero para la expansión islámica por todo el mundo árabe.

Deseos aparte, lo cierto es que Irán va a enviar a los campos de batalla del sur del país a miles de soldados. Los medios de difusión no han cejado un ápice en su permanente campaña de persuasión para invitar a todo el pueblo de Irán a que se enfrente sin temor al enemigo.

La Prensa publicaba en Teherán ayer editoriales en los que exige a los iraníes que no dejen las armas hasta conseguir derrocar a Saddam Hussein. Jomeini ha dicho que no es posible una reconciliación entre él y el jefe del Estado iraquí, «porque es un hombre ateo y corrupto », enemigo del Islam.

Las autoridades islámicas repiten machaconamente que las contradicciones de las que hablaban los enemigos de Irán, referidas a problemas en el interior del Ejército, han desaparecido durante esta prueba suprema. También repiten que todas las fuerzas apoyan la revolución islámica. Pero el carácter universalista de la revolución de los chiitas trasciende la esfera nacional y los vínculos nacionales. La armonización de este antagonismo es el gran reto que tienen enfrente los líderes espirituales y políticos de Irán.

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