UCD, Minoría Catalana y andalucistas apoyaron la confianza al Gobierno de Adolfo Suárez
El Gobierno de Adolfo Suárez ganó ayer la cuestión de confianza planteada ante el Pleno del Congreso por una mayoría holgada -bastaba mayoría simple- de 180 votos. Sin embargo, por sólo tres votos de diferencia no alcanzó la lograda en la investidura de Adolfo Suárez, en marzo de 1979. El alineamiento de fuerzas en la votación confirma la ruptura del consenso entre UCD y PSOE, remachada ayer por la afirmación coincidente de Felipe González y Adolfo Suárez, contraria a un Gobierno de coalición UCD-PSOE. En los 180 votos favorables a la confianza se alinearon con UCD la Minoría Catalana, los andalucistas y el diputado del Grupo Mixto José Garcia Pérez, y en los 164 en contra, junto a los socialistas votaron los comunistas, CD, PNV y siete diputados del Grupo Mixto. Dos diputados de este grupo se abstuvieron.
El líder socialista planteó su intervención en el debate sobre la cuestión de confianza en términos moderados y huyendo, según dijo, de tentaciones alarmistas. Alejándose de planteamientos electoralistas, a pesar de la pérdida de votos del PSOE en la periferia, Felipe González criticó el parcelamiento actual de la política española y se proclamó responsablemente español, a pesar de los efectos electorales negativos que pudiera acarrear esta actitud.Negó su voluntad de poner en un aprieto al presidente del Gobierno, pero insistió en la necesidad de que el jefe del Ejecutivo responda personalmente a cuestiones concretas en el Parlamento. Entre otras cuestiones, planteó si se continuaría el plan económico del Gobierno (PEG) y si se había suspendido la decisión de plantear el ingreso en la OTAN en el próximo año.
Felipe González criticó la política del Gobierno en relación con el paro y las autonomías, si bien reconoció que, en el caso gallego, parecía intentarse una rectificación política. En cambio, en el tema andaluz censuró que el nuevo Gobierno no se atreviera a rectificar y a ofrecer garantías al pueblo andaluz de respetar su voluntad de acceder a la autonomía por la vía del artículo 151.
Partiendo del propio planteamiento de la cuestión de confianza -sobre el que hizo varias disquisiciones - sobre su errónea presentación-, manifestó que, si el Gobierno Suárez pedía la confianza al Parlamento a la búsqueda, también, de un apoyo social, debía recordar que, en efecto, la democracia no acaba en el Parlamento y que era preciso buscar soluciones en las que todos pudieran colaborar, tanto desde las Cámaras como en los municipios, sindicatos y organizaciones empresariales.
La respuesta de Adolfo Suárez, en su segunda intervención a lo largo de los dos días de debates -la primera fue para replicar brevemente a Fraga-, no contestó apenas a las cuestiones planteadas por Felipe González. Sobre los proble mas planteados por las pensiones de los ex ministros, manifestó, con tono satisfecho, que serían corregidas en los próximos Presupuestos Generales del Estado para 1981. Adolfo Suárez manejó en su intervención diversos textos, que llevaba previamente escritos, a modo de chuletas, y que leyó, a pesar de que no respondían en algunas ocasiones a planteamientos formulados por Felipe González. El líder socialista no desaprovechó este fallo para deteriorar el talón de Aquiles del Presidente del Gobierno y recordarle que parlamentar exige contestar a lo que se ha preguntado, y dialogar e intentar llegar a un entendimiento entre los interlocutores. Cuando, con tono enérgico, manifestó: «iEsto no es serio!», se produjo un fuerte aplauso en la parte izquierda del hemiciclo.
Felipe González insistió en algunas de las preguntas formuladas y, ante las críticas de Adolfo Suárez sobre que los socialistas habían creado al Gobierno situaciones de crisis que le habían impedido gobernar, insistió en que Adolfo Suárez enseñara concretamente en qué ocasiones. Por su parte, el líder socialista negó haber tenido intención de sentarse en un Gobierno de coalición con Suárez. El presidente del Gobierno expresó su alegría, porque el PSOE «no quiere formar Gobierno de coalición con UCD» (Felipe González había dicho Gobierno de coalición «con usted»). Suárez añadió que esa actitud le parecía «beneficiosa para la democracia».
En cuanto a los momentos de crisis creados por los socialistas al Gobierno Suárez, el presidente del Gobierno aludió a varias ocasiones en que el PSOE ha pretendido cercar al Gobierno, y concretamente, con ocasión de la presentación de una moción de censura que no tenía garantizado poder ganar y que, en cambio, resultó «preocupante para la acción de gobierno». Felipe González manifestó que el mecanismo de la moción de censura es habitual en las democracias, incluso cuando no se tiene asegurada la victoria, y añadió que su eficacia se había demostrado en las semanas siguientes.
La autonomía andaluza
Felipe González invitó durante su intervención a salir a la tribuna al ex ministro Manuel Clavero, cuya opinión consideró de interés sobre la autonomía andaluza. El líder socialista evitó en todo momento un enfrentamiento dialéctico con los andalucistas.Tras el debate entre los líderes de los dos principales partidos, y a pesar de que había sido ostensible la petición de palabra previa por parte de Manuel Clavero, desde su escaño en el Grupo Mixto, el presidente de la Cámara, con fingida inocencia, le preguntó: «Señor Clavero, ¿qué desea?». Esta ocurrencia produjo distensión y regocijo en la Cámara. A continuación, Clavero recordó que UCD había utilizado para la autonomía andaluza cuatro fórmulas: el artículo 151, el 143, el 143 con Consejo de Gobierno, asamblea parlamentaria y Tribunal Superior de Justicia, y, por último, el 144. Se apresuró a manifestar que él no había tenido participación en las tres últimas fórmulas, y que de la del 144 se había enterado el día anterior, en la Cámara. Expresó su posición de no aceptar la degradación del artículo 151 a través de la nueva fórmula, si bien consideró positivo que UCD modificara la firme decisión de reconducir todas las autonomías por la vía del artículo 143. Invitó a los centristas a que dieran un paso más y aceptaran su proposición para reformar la ley sobre diversas Modalidades del Referéndum y permitir la repetición de la consulta popular en Almería.
El andalucista Miguel Angel Arredonda tuvo a lo largo de la tarde varias intervenciones. En respuesta al socialista catalán Ernest Lluch sobre el acuerdo UCD-andalucistas, resaltó que se trataba de un pacto expreso y público con el pueblo, a través de la televisión, de notario, pidió que los socialistas ayudaran a empujar la puerta, utilizando el término empleado por el diputado socialista. En respuesta al comunista Santiago Carrillo, Arredonda declaró que la fórmula del artículo 144 significaba dar por bueno el resultado del 28 de febrero. Negó al líder comunista capacidad para ser maestro en nacionalismos. Respecto a la culpabilidad que imputó Carrillo a los andalucistas por el posible fracaso de la fórmula pactada, Arredonda devolvió el argumento diciendo que nunca sería justo culpar a los comunistas del incumplimiento gubernamental de los pactos de la Moncloa, en los que participaron. La intervención de Santiago Carrillo se inició con alusiones a la crisis interna de UCD, que Suárez había intentado resolver con el nuevo Gobierno de barones. Suscitó risas cuando abogó porque Adolfo Suárez hubiera formado Gobierno consultado previamente a los grupos parlamentarios. Cuando aludió a los errores cometidos en Andalucía y a la ayuda prestada al Gobierno por el grupo andalucista, hubo rumores aprobatorios desde los escaños socialistas. En cambio, cuando reclamó una mayor unidad de la izquierda, como también hizo más tarde su compañero Ramón Tamames, el silencio fue la respuesta. Felipe González procuró distanciarse de los comunistas cuando, en su intervención, aludió a las críticas de Carrillo al Estatuto de los Trabajadores.
La polémica catalana
La sesión se inició con una intervención del socialista catalán Ernest Lluch, que tuvo momentos brillantes, como cuando definió al banco azul que ocupa el Gobierno, porque unos miembros vienen, según dijo, del banco, y otros del azul. Al margen de estos detalles ingeniosos, el socialista catalán procuró deteriorar ante la audiencia radiotelevisiva catalana la posición de Convergencia de Cataluña. Para ello, recordó que Josep Tarradellas ya había manifestado que UCD no necesitaba el voto de la Minoría Catalana porque siempre lo había tenido. Lluch añadió que también en temas pequenos, como el del programa telesivo. La clave había votado junto a UCD en la comisión de control parlamentario sobre RTVE vetando la comparecencia de los responsables del programa.
Miguel Roca replicó con reticencia, ofreciendo una estadística de las votaciones producidas en la Cámara, que mostraba que la Minoría Catalana sólo había votado un 6% de veces más con UCD que los socialistas. En cuanto a éstos, añadió: «Si nosotros votamos en la ley orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas con CD, el PSOE lo hará ahora en la votación de la cuestión de confianza». Se produjo un murmullo de regocijo cuando Roca terminó aconsejando a Ernest Llunch que nunca diga «de este agua no beberé».
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