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La burocracia y la falta de financiación impiden la puesta en servicio del pantano de Riaño (León)

La entrada en servicio del pantano de Riaño, en cuyo proyecto el Estado ha invertido ya una cantidad próxima a los 5.000 millones de pesetas, podría quedar aplazada indefinidamente por problemas presupuestarios y burocráticos que afectan tanto a la financiación de las obras como al pago de las últimas expropiaciones, según el texto de una interpelación al Gobierno que está siendo elaborada por parlamentarios socialistas de León. El proyecto, incluido en las primeras ordenaciones hidráulicas de la Segunda República y resucitado en los planes de desarrollo de la década de los sesenta, incluye el mayor plan de regadíos promovido hasta ahora en las provincias de Palencia, León, Valladolid y Zamora.

El millar de habitantes que, según el último censo, vive todavía en Riaño, en la vertiente leonesa de los Picos de Europa, y muy cerca de la raya con las provincias de Asturias, Palencia y Santander, empieza a pensar, al cabo de quince años de incertidumbre, que el pantano que les obligará a salir de sus tierras no se llenará nunca de agua. La mayor parte, más de dos mil personas, emigraron a lo largo de los años setenta para repartirse por los municipios vecinos o buscar un empleo en la capital a medida que la confederación Hidrográfica del Duero pagaba las expropiaciones. Otros, sin embargo, prefirieron esperar hasta el último momento y, desde entonces, viven en casas propiedad de la confederación, trabajan en bares u oficinas que son de esta entidad desde hace años y explotan las 2.300 hectáreas de terreno que la confederación proyecta llenar con setecientos millones de metros cúbicos de agua.Los vecinos de Riaño se han acostumbrado, incluso, a entrar y salir del pueblo a través de un túnel provisional que pasa por debajo del muro de la presa, la cual, a su vez, ha dejado de ser considerada como una amenaza inminente. El muro fue terminado en 1977 sin que tenga ninguna utilidad, entre otras cosas, porque aguas abajo del Esla no se ha construido ni un solo canal de irrigación en ninguna de las provincias que iban a recibir el agua del pantano (alrededor de 80.000 hectáreas de nuevos regadíos).

La interpelación socialista llega en un momento de ausencia total de noticias sobre la situación real del proyecto, cuyas obras se encuentran paralizadas y con un retraso acumulado de más de diez años. Ha sido precisamente esta falta de información, que afecta por igual a partidos y entidades públicas, la que ha movido al PSOE a elaborar un informe sobre el tema y exigir del Gobierno una clarificación sobre el futuro inmediato de las obras.

En opinión del senador socialista Eladio Castro Uría, desde que el proyecto fue aprobado, en 1963, con un período de ejecución que terminaba siete años más tarde, se han sucedido, al menos, catorce decretos de ley y ordenanzas ministeriales que han modificado, sucesivamente, el planteamiento técnico o de financiación. Mientras tanto, apenas se ha construido una cuarta parte del volumen total de obra, algunos tramos de carreteras y el muro de presa, y ni siquiera se ha decidido el trazado de los canales y, en general, del sistema de irrigación, cuyo coste se situaría hoy en, torno a los 15.000 millones de pesetas (10.000 millones en 1977, según fuentes de la confederación).

Caos presupuestario

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En estos momentos la Administración carece, incluso, de criterios definidos sobre la distribución territorial de los nuevos regadíos, debido a la ineficacia de los organismos oficiales y a la propia rivalidad de las provincias afectadas por el proyecto, que se disputan, al menos en los despachos del ministerio, la riqueza que pueda generar el agua del pantano. Dos de los planos redactados años atrás, los de 1964 y 1967, han sido ya definitivamente desechados por la Administración, que, actualmente, se plantea la posibilidad de construir un nuevo canal que una los ríos Esla y Cea, lo que daría una mayor participación en los regadíos a la provincia de León. El trasvase, sin embargo, presenta también varias alternativas o variantes, cuya viabilidad tampoco ha sido estudiada por los técnicos.El caos financiero y político que ha rodeado al proyecto desde sus comienzos sigue presidiendo todavía las actuaciones de la Administración. Así, mientras el titular del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, Jesús Sancho Rof, anunciaba meses atrás, durante una visita electoral a León, una serie de nuevas inversiones, Huarte y Cía. tuvo que rescindir el contrato de construcción de un viaducto y variantes de carreteras porque algunos de los propietarios expropiados no habían cobrado todavía las indemnizaciones. Huarte, que había acudido a un concurso público para acceder a la contrata, recibió unos treinta millones de pesetas en concepto de daños y perjuicios, a lo que siguió la inmediata paralización de las obras.

Hasta ese momento, el Estado había pagado a las 838 familias afectadas por el pantano más de 2.800 millones de pesetas. Los pagos se hicieron, en algunos casos, con más de cuatro años de retraso, y todavía hoy no han sido hechos efectivos unos seiscientos millones de pesetas, según estimaciones del PSOE. De éstos, una décima parte corresponden a indemnizaciones ya convenidas entre los vecinos y la confederación, y el resto, a una serie de contenciosos pendientes de resolución en la Audiencia Territorial de Valladolid o a tasaciones de locales comerciales, entre ellos, varios bancos en el núcleo urbano de Riaño.

Chalés para ganaderos

El único plan de obras que ha mantenido su actividad hasta ahora es un proyecto complementario del pantano y los regadíos: la construcción de un «nuevo Riaño», a instancias de la diputación, donde se piensa dar cobijo a los habitantes de los nueve pueblos que deberá inundar el embalse. En el futuro núcleo de población, la diputación, el Estado y el viejo Ayuntamiento de Riaño han invertido ya unos doscientos millones de pesetas, y su liquidación requerirá, al menos, otros doscientos millones. Sin embargo, tanto el PSOE como el PCE se han mostrado tradicionalmente contrarios al proyecto, que ahora se acepta como un hecho consumado, por considerarlo una inversión de lujo en una zona que continúa careciendo de los más elementales equipamientos colectivos.El «nuevo Riaño» ocupará, a orillas del embalse, una extensión de 137 hectáreas, con capacidad para recoger a la mitad de los habitantes del antiguo municipio y con varias zonas destinadas a chalés e instalaciones turísticas.

Pero, según denuncia el PSOE en su interpelación, las casas que están siendo construidas para los lugareños carecen totalmente de instalaciones ganaderas, principal riqueza de la zona, y sus futuros habitantes desconocen cómo podrán acceder a su propiedad, porque ni el propio Estado ha fijado las reglas.

El escepticismo sobre el futuro de todo el proyecto es tal, que la gente está invirtiendo parte de las indemnizaciones en reparar y mejorar las condiciones de habitabilidad de los edificios que, sobre el papel, deben quedar sumergidos por el pantano: los fontaneros, según un portavoz del ayuntamiento, que prefirió no dar más detalles, están haciendo su agosto con los cuartos de baño, que hasta hora habían sido un lujo no demasiado extendido en este rincón de la montaña leonesa. Paralelamente, la cabaña ganadera ha vuelto a incrementarse en los últimos años, en contra de la opinión de quienes pronosticaban una inmediata liquidación de los rebaños. No hay, sin embargo, cifras oficiales sobre la inesperada prosperidad del municipio, que pacientemente espera sobrevivir a todas las contradicciones de la política oficial.

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