Chillida colocó en Alava su monumento a los fueros vascongados
Eduardo Chillida dirigió el martes pasado la colocación de su obra alegórica a los fueros vascongados, en el lugar preponderante del conjunto arquitectónico escultural diseñado por él mismo, y por el arquitecto donostiarra Luis Peña Ganchegui, para una plaza del centro de Vitoria.El encargo fue hecho por la Diputación Foral de Alava en 1975 y presentado por los autores el proyecto en 1976, aunque la obra no se inició hasta la primavera de 1978, al surgir una polémica popular sobre la oportunidad de tal urbanismo artístico, y si la urbanización de una plaza merecía la inversión de 45 millones de pesetas.
En estos momentos, la obra espera quedar prácticamente concluida dentro del mes de agosto, pero su núcleo fundamental, destinado a acoger la escultura de hierro fundido de Chillida, está ya concluido y, como hemos dicho, el mismo autor acaba de dirigir la colocación de su obra, de cuatro toneladas de peso, en el sitio preciso.
El espacio que se ofreció al escultor y al arquitecto se encuentra en la zona delimitada como casco neoclásico de Vitoria y resultó del derribo de una plaza de abastos perteneciente al mismo estilo decimonónico que predomina en el centro tradicional de Vitoria. Para sustituir al edificio se pensó dar a su solar el carácter de una plaza, a la que se denominará de Los Fueros. La cuestión que se planteó es si se podía hacer una plaza tradicional con zonas ajardinadas y fuentes, o si se le debiera dar una prestancia acorde con el marco arquitectónico que la rodea.
Los autores del proyecto ordenaron el espacio triangular de la plaza para ubicar en ella un complejo de los deportes vascos, como frontón, pista de arrastre de piedra y juego de bolos, junto con una serie de murallones. Dentro de este recinto debía situar Chillida su escultura representativa de los fueros. El estilo de todo el conjunto es vanguardista, en un contraste con el entorno que Chillida ha calificado de deliberado. Toda la obra arquitectónica está cubierta de losas de granito de Porriño, y en algunos lugares, de empedrado de este material. Este tipo de tratamiento ha producido fuertes costos de mano de obra, ya que cada piedra ha sido tallada a mano.
Debido al retraso en el inicio de la obra, y a varias alteraciones hechas sobre la marcha, además de lo antes citado, la obra puede liquidarse en más de cien millones.
Dentro de la característica preocupación de Chillida por las relaciones entre el espacio y la materia, ha interpretado su obra señalando que su escultura de hierro, que parece emerger del suelo, tras recios y antiguos murallones de granito, es como algo que irradia su influencia primero sobre el conjunto visible de la plaza y, en segundo término, sobre todo Euskadi. Es decir, el fuero, fuerte y poderoso, pero, a su vez, protegido. Lo avanzado de la concepción artística citada sigue originando controversia popular.
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