Paternalismo periodístico
Recientemente, en ocasión de reunirse el comité de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) en Santo Domingo, se acordó una declaración de rechazo a la pretensión de crear una federación iberoamericana por el carácter paralelo que tendría y porque se veía que, apoyados en relaciones coloniales rotas hace más de un siglo, los inspiradores de esa idea aspiraban a orientar paternalmente la actividad de las organizaciones nacionales de periodistas de América Latina.Felap fue fundada hace exactamente cuatro años, en México, a iniciativa de dos de las organizaciones más antiguas: el Sindicato Nacional de Redactores de Prensa de México y la desaparecida Asociación Venezolana de Periodistas, que promovieron en octubre de 1974, en Caracas, el «Encuentro latinoamericano de periodistas». En esta reunión se aprobó la celebración de un congreso para la constitución de la federación.
De esa manera culminaba un largo proceso iniciado en 1951, en Montevideo, cuando un grupo de dirigentes gremiales de los periodistas latinoamericanos suscribieron la primera declaración propiciatoria de una federación continental.
Hubo muchos tropiezos y dificultades, y todos los intentos fallaron hasta esa reunión de Caracas, en 1974. Dos años más tarde nos reunimos en México delegados de veinticinco organizaciones de veintidós países de la región latinoamericana y el Caribe. En estos cuatro años, la federación se ha robustecido, no sólo por la actividad desarrollada, por su reconocimiento como organización no gubernamental por parte de la Unesco, por su lucha permanente contra la represión del periodismo y los éxitos alcanzados en ese campo de la solidaridad, sino porque ha crecido. En el último congreso, reunido en Caracas, se afiliaron la Unión de Periodistas de Nicaragua, la Asociación de Periodistas de Paraguay, la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia y el Sindicato de Periodistas de Costa Rica.
Nadie puede negar hoy la representatividad de Felap como la organización continental de los periodistas de la región. Ese carácter y de esa fuerza suya están dados por razones que llamaríamos cuantitativas, al agrupar a todas las asociaciones, sindicatos, uniones y colegios nacionales de periodistas, y por su pluralismo. En el seno de Felap están organizaciones nacionales con las más válidas estructuras y posiciones político-gremiales, pero unidas en torno a nuestros más caros principios y a los acuerdos y resoluciones aprobados en los dos congresos.
No se hace necesaria otra organización que agrupe a los periodistas de América Latina y del Caribe. Ha habido otros intentos desafortunados. Este de ahora que promueven algunos sectores del periodismo español, pues estoy convencido de que esa iniciativa no fue consultada con las bases de las asociaciones de la Prensa en España, está igualmente condenado al fracaso.
Las organizaciones que aceptaron acompañarlos en esa aventura divisionista de lo mejor del periodismo latinoamericano poco representan entre los verdaderos profesionales de los medios de comunicación en nuestros países. La decisión del presidente del Colegio de Periodistas de Venezuela, la organización que por ley agrupa a todos los periodistas venezolanos, de denunciar en Madrid la constitución de esa federación iberoamericana, y el mensaje que nos envió el comité ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, son apenas una muestra del repudio de las auténticas instituciones de los periodistas de la región.
Entre tanto, Felap reitera su decisión de establecer y desarrollar las relaciones con los periodistas españoles, con los cuales nos unen no sólo el vehículo del idioma, sino, en la hora actual, la lucha por la democracia, por su defensa, fortalecimiento y desarrollo.
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