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Conferencia del director del Instituto Francés en recuerdo de Barthes

El filósofo Abraham Bengio, director del Instituto Francés, dio ayer una conferencia-homenaje al fallecido crítico Roland Barthes, en la que puso de manifiesto el poder de una experiencia de marginalidad en la construcción de la que dijo ser una de las personalidades más destacables de la cultura francesa contemporánea.

«La experiencia fundamental de Roland Barthes», dijo, «bien pudiera ser la marginación». Y partiendo de la diferencia religiosa de origen, un protestante en un país mayoritariamente católico fue señalando marcas caracteriológicas y familiares que le distanciaron de lo más oficial de la cultura francesa la universidad. De Barthes dijo que era «un solterón de tendencias homosexuales», que no quiso sobrevivir a la muerte de su madre, que padeció tuberculosis, que inventó un lenguaje o, mejor dicho, varios lenguajes, que gustaba hablar del amor, tema mucho más obsceno en la sociedad actual que la sexualidad, y que alcanzó la gloria en una serie de instituciones francesas culturalmente importantes, pero que se automarginó de la universidad.Toda esta experiencia marginal y automarginante desemboca en lo que para el señor Bengio son los tres pilares ideológicos de la teoría de Barthes: que la ideología dominante intenta hacer pasar por naturales conceptos que ella misma inventa y acuña: mitologías cotidianas, la moda, códigos escriturales. Que el sentido común y su discurso alienante no es sino una serie de falsas evidencias que ejercen sobre la libertad individual una suerte de terrorismo. Y que la lengua, como unidimensional que es, es fascista, en tanto que nos encauza por vías de conocimiento predeterminadas.

A partir de ahí se puede entender que toda la vida y el trabajo de Barthes haya sido la del desenmascarador de signos, la del que se enfrenta a la violencia de los signos omnipresentes. Para oponer a los esterotipos del sentido común, Barthes dará la alternativa de los códigos vacíos, expresamente arbitrarios, concebidos como significantes puros, esto es, carentes de significado: la cortesía japonesa, la escritura contemporánea. La construcción y autenticidad del cuerpo se opondrá a ciertos esterotipos, y la literatura será un arma ambigua contra el fascismo de la lengua común.

Como conclusión, Abraham Bengio se refirió al, tal vez, mayor acierto de Barthes en su estudio del funcionamiento de la literatura y la ideología: existe una responsabilidad de la forma, y la elección de una escritura es «el compromiso ineludible y profundamente político del escritor».

El texto se convierte en subversivo si nos atrevemos a gozar de él. Y en una perspectiva que le acerca a Lacan, Barthes propuso abolir la noción de autor para reemplazarla por la de cuerpo neurótico

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