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La conferencia parlamentaria de seguridad europea origina un enfrentamiento entre los bloques

Soledad Gallego-Díaz

La conferencia interparlamentaria sobre Seguridad y Cooperación en Europa, preludio de la Conferencia de Madrid, se inauguró ayer, en Bruselas, en un clima de gran enfrentamiento entre los dos bloques, encabezados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Norteamérica y sus aliados, especialmente Gran Bretaña, quieren que la resolución final de la conferencia, que no tiene poder vinculante, exija la retirada soviética de Afganistán, mientras que la URSS y los países del Este arrojan sobre Europa occidental la responsabilidad de la crisis por haber aprobado el despliegue de los euromisiles. Ambos bloques coinciden sólo en un punto: de la Conferencia de Madrid deberá salir la convocatoria de una conferencia paneuropea de desarme.

Hasta el momento sólo se han presentado cuatro proyectos de resolución. En un extremo figura el de Gran Bretaña, que constituye un ataque directo contra la Unión Soviética. El escueto borrador afirma que la distensión es un concepto indivisible, que no puede ser confinado sólo a Europa. La conferencia, de aprobarlo, se declararía gravemente preocupada por la invasión soviética de Afganistán, «lo que supone una flagrante violación del Acta Final de Helsinki», y aludiría a la intensificación de la campaña de represión en la URSS contra sus propios ciudadanos. Exigiría de la Unión Soviética una retirada «inmediata, incondicional y total» de Kabul y el respeto de los derechos humanos.En el extremo contrario está el borrador presentado por Hungría, que parece hablar en nombre del Pacto de Varsovia. Los parlamentarios húngaros arremeten contra la decisión de la OTAN de instalar en suelo europeo los Cruise y Pershing 2, «decisión que cambia la situación estratégica en el continente y rompe, en beneficio del Pacto que existía». Acusan a la Alianza Atlántica de promover la carrera de armamento, así como de provocar conflictos artificiales para poner obstáculos a «los deseos de paz de la Unión Soviética».

Insisten los húngaros en el ofrecimiento de negociadores para reducir el armamento nuclear en Europa. «La Unión Soviética», afirman, «ha reafirmado que está dispuesta a reducir el número actual de armas nucleares de medio alcance instaladas en la parte occidental de su territorio, siempre que armas similares no sean desplegadas en Europa occidental. Es lamentable», añaden, «que la OTAN haya ignorado esta proposición, tomando una decisión que destruye en su base las negociaciones propuestas». El documento recuerda también la decisión soviética de reducir el número de soldados instalados en la frontera alemana.

«La República Popular de Hungría», termina, «atribuye una gran importancia a la Conferencia de Madrid..., que podrá jugar un papel importante en la preparación de una conferencia de distensión militar y desarme en Europa».

Más equilibrada parece la propuesta presentada conjuntamente por Yugoslavia, Austria, Chipre, Finlandia, Suecia y Suiza. Apoyan también la idea de una conferencia europea de desarme y sugieren cinco medidas que podrían ser aprobadas ya en Madrid: notificación de maniobras militares o desplazamientos de tropas que movilicen más de 18.000 hombres, fijación de un techo de 40.000 hombres para cualquier tipo de maniobras militares, notificación de maniobras navales o aéreas, y envío de observadores permanentes o instalación de dispositivos en puntos estratégicos.

Los seis países mencionados solicitan que la Conferencia de Madrid se desarrolle de forma que los no alineados puedan participar en pie de igualdad en las negociaciones de desarme, «de las que depende también su propia seguridad», así como que las dos partes interesadas -URSS y Estados Unidos- ratifiquen y cumplan el, Tratado de No proliferación de Armas Estratégicas (SALT 11) y prosigan las conversaciones de Viena para la reducción de tropas en Europa central (MBFR).

En el campo de los derechos humanos piden la supresión de visados de entrada y salida entre países miembros de la CSCE y la concesión de facilidades para la reunión de familias divididas geográficamente, alusión indirecta al problema de los judíos en la URSS.

Finalmente, el documento rumano opta por no aludir directamente ni a la invasión de Afganistán ni a los euromisiles y propone una serie de medidas, tales como el compromiso de no crear nuevas bases militares, la congelación de los presupuestos de Defensa, la creación de zonas de seguridad interfronterizas e interbIoques. Todo ello encaminado a conseguir algún día la supresión de la OTAN y del Pacto de Varsovia.

En definitiva, la Conferencia interparlamentaria se desarrolla por ahora como un diálogo de sordos. La URSS sólo habla de los euromisiles, ignorando olímpicamente el tema de Afganistán, mientras que para Estados Unidos sólo existe un tema: precisamente Afganistán.

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