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La presencia de Leónidas Breznev destaca la ausencia del presidente Carter en Belgrado

Francisco G. Basterra

La llegada ayer a Belgrado del presidente de la URSS, Leónidas Breznev, que decidió a última hora viajar a Yusgoslavia a pesar de que desde hace meses evita los desplazamientos en avión al máximo, atrajo toda la atención política y acentuó la ausencia del presidente norteamericano, Jimmy Carter, en los funerales y entierro de Tito. La presencia de Estados Unidos a nivel menor, con el vicepresidente, Walter Mondale, es objeto de caústicos comentarios entre los observadores occidentales, que califican el hecho como un nuevo error diplomático de Washington.

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Intensa actividad diplomática del presidente Suárez

Fuentes norteamericanas afirmaron ayer tajantemente que no tienen por qué pedir excusas a nadie por la ausencia de Carter, y que en ningún caso el presidente de EE UU está dispuesto a «dejarse arrastrar» a un encuentro forzado con Breznev en la cumbre. Hemos venido aquí a rendir el último homenaje a Tito, insisten los diplomáticos norteamericanos. En consecuencia, ha quedado descartado cualquier tipo de encuentro entre Breznev y Mondale, que ninguna de las dos partes ha sugerido o buscado.Hoy, a las tres de la tarde, y en presencia de tres reyes y decenas de presidentes y jefes de Gobierno de cinco continentes, Josip Broz Tito será enterrado entre los parterres de flores que él mismo plantó y cultivó en el recinto de su residencia particular, en Dedinje, barrio residencial de Belgrado.

Las cadenas de televisión norteamericanas estuvieron más pendiente del líder soviético que de su propio vicepresidente, cuando a las 15.50 de ayer tarde (hora de Madrid), un Ilushin 62-M de Aeroflot aterrizó en el aeropuerto de Surcin. Un Breznev con bastante buen aspecto, sin signos de hinchazón en el rostro, bajó las escalerillas titubeando y lentamente, con la ayuda decisiva de un robusto general del Ejército rojo. Es evidente que le fallan las piernas, pero, sin embargo, el presidente de la URSS pasó revista a las tropas a buen paso y sin dar muestras de fatiga. Posteriormente incluso se agachó bastante para colocar una corona de flores ante el féretro de Tito. Siempre a su lado, el ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko.

La llegada de Walter Mondale, acompañado por la inefable Lilian Carter, madre del presidente, del secretario del Tesoro, William Miller, y del embajador Averell Harriman fue bastante más colorista. Contrastando con el resto de las delegaciones descendieron del avión con trajes claros que hacían dudar de su asistencia a un entierro.

«Las relaciones con Yugoslavia», afirmó el número dos de la Casa Blanca, «serán reforzadas».

Mondale se entrevistó anoche en Be1grado con Lazare Kolisevski, presidente de la presidencia colegiada de Yugoslavia. El futuro de este país y la situación internacional, con una especial referencia a la crisis de Afganistán, fueron tratados por los dos políticos. Según fuentes americanas, el vicepresidente de Estados Unidos prometió a Kolisevski que Washington controlará la actividad de los terroristas croatas que actúan en Norteamérica.

El pésame de Suárez

«Con la expresión de nuestro más profundo sentimiento, Adolfo Suárez González». Con esta frase, el presidente del Gobierno expresó por escrito el pésame oficial de España por la muerte de Tito a las autoridades yugoslavas. Minutos antes, Lazar Kolisevski, presidente de la presidencia colegiada; Markovic, presidente de la Asamblea Federal; Veselin Djuranovic, jefe del Gobierno federal, y el ministro de Asuntos Exteriores, Josif Vrhovec, recibieron el pésame verbal de Adolfo Suárez y Marcelino Oreja en el palacio sede del Gobierno.A continuación, el primer ministro español colocó dos coronas de flores, una en nombre del rey Juan Carlos, y otra, en nombre del Gobierno, ante el féretro de Tito en la Asamblea Federal. Más de 400.000 personas habían desfilado ya ayer noche ante el cadáver.

Suárez y su séquito llegaron a Belgrado poco después de las tres de la tarde, en un DC-8 de la Fuerza Aérea española, procedente de Riad. La delegación española fue recibida al pie del aparato por el embajador Petrovic, y Suárez pasó revista a una compañía del Ejército.

Cuatro horas antes había llegado de Madrid, en un Mystere oficial, el líder del PCE, Santiago Carrillo, junto con el director general de Asuntos para Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores Juan Durán. El secretario general del PSOE, Felipe González, se había negado, al parecer, a aceptar la oferta del Gobierno español para volar en un aparato oficial y llegó a Belgrado a las tres de la tarde en un avión de la línea de Swissair.

Santiago Carrillo recibió un tratamiento de VIP a su llegada, y fue recibido por Dusan Dragosavac, miembro del Comité Central del Partido Comunista yugoslavo.

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