Física y ciencia en la opinión pública española
Hay un evidente contraste entre la apreciación que el hombre de la calle y, sobre todo, el político tienen por la ciencia en general en otros países y en España. También es evidente que los científicos españoles mundialmente reconocidos han sido descubiertos e impuestos desde otros países. ¿Cuál puede ser la razón para este contrasentido?Como la ciencia propiamente dicha, o de otra manera las ciencias físicas, se basa en la descripción física del universo, cabe examinar cómo se inicia la enseñanza de la física en otros países y en España. Se advierte entonces un gran contraste. En otros países se siguen las recomendaciones internacionales de que la fisica a cualquier nivel, pero especialmente en segunda enseñanza, debe ser explicada por fisicos de vocación que sean capaces.de descubrir a los alumnos la maravilla de la creación y hacerlos comprender la importancia de las ciencias experimentales y, por ende, de la investigación. Por el contrario, en España, por regla general, se ha impuesto a los alumnos de bachillerato una fisica de pizarra que ha resultado un rollo y se les ha sentado en la boca del estómago. Así ha quedado anulada su capacidad de entendimiento para las ciencias en general, que se traducirá en una mínima valoración del papel que la ciencia experimental y la investigación juegan en el desarrollo de la humanidad.
La causa de ello es que en muchos colegios la física se ha enseñado por personas sin vocación y que en los institutos no existe, una cátedra de física, sino de física y química, que frecuentemente es desempeñada por un químico con gran vocación por su carrera, pero que probablemente tampoco tuvo en su juventud una enseñanza fresca y jugosa de la descripción física del universo. La solución es, pues, desdoblar las cátedras de física y química en los institutos y exigir que en los colegios esta enseñanza crucial de la física sea impartida por personas con clara vocación.
Enseñar física no, es poner una inyección de conocimientos, sino ayudar al alumno a que vaya descubriendo experimentalmente las leyes de esta maravillosa naturaleza. Será también enseñarle a leer libros de ciencia, percatándose del profundo significado de sus párrafos o de sus fórmulas. Es también poner una semilla de inquietud por ayudar a que la humanidad comprenda y utilice los fenómenos y los recursos naturales.
Resulta, entonces comprensible que, nuestros políticos minusvaloren nuestra ciencia y no alcancen a medir la productividad científica, que es una cuestión cualitativa más que cuantitativa. Si se analizaran la calidad de los resultados obtenidos y los medios puestos a su disposición, llegaríamos a la consecuencia de que la producción de los investigadores españoles, tanto en fisica como en otras áreas, está a un nivel adecuado frente a otros países europeos, a pesar de que estamos muy lejos de la inversión mínima necesaria para que el aprovechamiento sea óptimo.
Por otro lado, no se conseguirá una mejor imagen de nuestra investigación científica actual a base de reorganizaciones, sino, sencillamente, reconociendo la productividad cualitativa real de cada grupo, habida cuenta de las facilidades y medios puestos a su disposición y no usando apreciaciones puramente subjetivas. Es preciso establecer una información directa al pueblo español y explicarle los triunfos o fracasos reales de cada grupo de investigación. Triunfos son: la existencia de tales grupos, creados mediante una labor lenta y acumulativa; la formación de investigadores que serán también utilizados en el área productiva del país; la calidad de publicaciones, patentes y servicios realizados, y, finalmente, el impacto que todo ello, ha tenido en el mundo científico internacional, que en cualquier caso es el único que siempre puede juzgar con conocimiento a los grupos de investigación existentes en nuestro país.
Naturalmente, también habrá que ver el aprovechamiento que el país puede obtener en el futuro de esos: logros de la investigación, pero sin olvidar que también es necesario preparar psicológicamente a nuestra industria para que confíe y utilice la investigación, en lugar de seguir cómodamente pagando royalties (y, por tanto, financiando, la investigación extranjera) por tecnología, pasada de moda en buena parte de los casos.
Pero no puede olvidarse que para que exista desarrollo es preciso la investigación aplicada y que ésta, necesariamente, se nutre de la investigación básica, siendo, hoy en día, muy dificil marcar un límite entre ambas. Hay, pues, que ayudar a toda la investigación, académica o programada, pura y aplicada. Y ayudar ilusionadamente, alcanzando los mismos medios materiales y dando además alicientes morales. Sólo así, podremos evitar la emigración científica provocada por esta angustiosa asfixia y empezar a preparamos para seguir adelante en nuestra integración, en plano de igualdad, con los demás países del Mercado Común. Otra cosa sería condenamos a ser un país científica y técnicamente atrasado, lo que includibiemente significa un subdesarrollo económico y social.
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