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Procesado el editor de "El libro rojo del cole"

Juan Cruz

Acusado de un presunto delito de escándalo público, ayer fue procesado y detenido el editor español de El libro rojo del cole, quien prestó declaración ante el juzgado de instrucción número 1 de Madrid, y posteriormente fue conducido a los calabozos de la Audiencia Nacional, donde permaneció durante cuatro horas, hasta que fue depositada una fianza de medio millón de pesetas, con la que ganó la libertad provisional. Está pendiente la fecha en que se celebrará juicio contra él por el supuesto delito que se le imputa.El editor de El libro rojo del cole, Luis Martínez Ros, fue detenido en su domicilio del barrio de Prosperidad, de Madrid, por varios funcionarios judiciales, quienes en primer lugar le trasladaron a la comisaría más próxima, para llevarle desde allí, en un coche zeta de la policía, a la Audiencia Nacional. La detención se produjo sobre las nueve de la mañana.

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Pasa a página 19

El editor de "El libro rojo del cole" ha sido acusado de escándalo público

(Viene de primera página.)El señor Martínez Ros prestó declaración indagatoria ante el magistrado-juez Ricardo Varón Cobos, quien en un principio le había impuesto una fianza de dos millones de pesetas, que fueron rebajados hasta la cantidad ya mencionada. El medio millón que pagó el editor de El libro rojo del cole resultó de la suma de fondos de su editorial, Nuestra Cultura, y de las contribuciones de libreros y distribuidores que se solidarizaron con él.

En el auto de procesamiento, que lleva fecha de anteayer, se señala que se procesa a Luis Martínez Ros por la publicación, en español y actualizada, de El libro rojo del cole, que originaria mente fue escrito «en fecha no determinada» por los súbditos daneses Soren Jansen y Jesper Jensen, y, al parecer, dice literal mente el auto, «destinado a ilustrar a los jóvenes estudiantes comprendidos en edad escolar sobre determinados asuntos y prácticas relacionadas con su incipiente desarrollo natural, libro que al ser conocido por el director de la editorial Nuestra Cultura, Luis Martínez Ros, no dudó en publicar, por exclusiva razón, según propia declaración, lucrativa o comercial, el cual fue distribuido previo depósito de cinco ejemplares en el Ministerio de Cultura y bajo número definitivo M-31.966/79, y en calidad de depósito legal, ante el jefe provincial, señor Sánchez». En el auto se explica que, «en principio», el libro «parece atentatorio, dado su contenido a los preceptos contenidos en los artículos 431 y concordantes del Código Penal, relativos al escándalo público, y los demás también concordantes de disposiciones especiales sobre apología de determinados delitos encomendados a estos juzgados centrales».

El libro rojo del cole es una publicación de 177 páginas, que en su edición original danesa apareció en 1968. Su popularidad creció en España a raíz de un editorial publicado por el diario Abc, el pasado día 3 de febrero, en el que el periódico comentaba y atacaba el contenido del volumen. Posteriormente se descubrió que la concejala comunista del Ayuntamiento de Madrid Cristina Almeida lo había incluido en un lote de libros que la mencionada Corporación regalaba a algunos colegios madrileños. El escándalo se basó en algunas partes del libro, que relata, en un lenguaje próximo al que cotidianamente usan los menores, las relaciones de éstos entre sí mismos y con sus padres y maestros, sin ahorrar los temas de sexología o de drogas, que son, según parece, los que han suscitado una reacción más viva en contra de la publicación.

En un principio, fuentes oficiales del Ministerio de Cultura llegaron a decir que el libro era ilegal. Del propio auto de procesamiento se desprende que existía depósito legal del libro y que éste había sido registrado en 1979. El editor, Luis Martínez, asegura que el día 30 de octubre se depositaron en el citado organismo cinco de los 10.000 ejemplares que se editaron entonces y que ya no están en el mercado, en gran parte porque ya se han vendido y, en otro caso, porque fueron secuestrados.

Por el requisito administrativo por el que no pasó El libro rojo del cole fue el de la censura previa. El editor señala que «este requisito está vacío de contenido legal, puesto que constitucionalmente no existe la censura previa en España y ya nadie, prácticamente, pasa por ese trámite. De hecho, un funcionario me dijo hace tiempo que no me molestara en llevarlos libros a censura previa». Los que no han desaparecido, dice Luis Martínez, «son los profesionales de la censura». Los censores, señala el señor Martínez, «han empujado a sectores de nuestra infancia a buscar el libro y a hacer de él una lectura deformada e inmadura, de la cual no somos responsables. El libro se editó legalmente hace cuatro meses. Todo este rocambolesco escándalo viene a coincidir con un momento crucial de la discusión del Estatuto de Centros escolares. Los que han organizado el revuelo no tienen en realidad una preocupación por el mundo del niño y de la cultura infantil. Lo que persiguen son los objetivos políticos a los que he aludido».

Luis Martínez Ros insiste en que El libro rojo del cole está publicado por su editorial en una colección de pedagogía, «que aporta otros puntos de vista, muchas veces distintos a los que sustenta este volumen, que, por otra parte, está dedicado a pedagogos, educadores, padres y jóvenes, pero no a los niños». En la acción que se ha emprendido contra él y contra el libro, Luis Martínez ve, «después de declaraciones de Ministros y altos funcionarios de la Administración, una presión del ejecutivo muy clara». En con traste con esta actitud, el editor recuerda que «el Ministerio belga de Educación reaccionó ante una denuncia del volumen incrimi nado en España recomendándo lo y publicándolo». Según él, se ha tergiversado en nuestro país el contenido de El libro..., «sacando frases de su contexto y haciendo citas que no son de nuestra versión, que ha sido revisada por pedagogos y por los propios autores daneses, sino de una versión clandestina que se publicó en Barcelona el pasado año». Padre de dos hijos menores, el señor Martínez señala, por último, que a él le agradaría «que cuando llegue su momento, en un contexto cultural verdaderamente libre y pluralista, mis hijos pudieran leer con serenidad y objetividad tanto este libro como el catecismo del padre Ripalda».

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