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La crisis en Asia central

Aumenta la fuerza militar soviética en Afganistán

Al cumplirse ayer dos semanas de la invasión de Afganistán, los soviéticos, lejos de disminuir su presencia militar en el país, han incrementado sus efectivos, que ascenderían ahora a más de 65.000 hombres, o incluso a 85.000, apuntan algunas fuentes hindúes, al tiempo que continúan los combates, principalmente en la provincia oriental de Paktia, fronteriza de Pakistán.Unos 120 periodistas occidentales se encuentran ya en Afganistán, donde se les permite una relativa libertad de movimientos en la capital, Kabul, pero no en sus alrededores ni en otras regiones del país, y la empresa oficial de alquiler de coches se niega a ceder vehículos todo terreno a los que desean recorrer los alrededores de la capital.

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Kabul sigue estando aislada del resto del mundo, al estar cortadas las comunicaciones telefónicas y por télex, lo que dificulta enormemente la difusión de las informaciones allí recogidas por la prensa occidental, que recurre principalmente a «mensajeros», que se desplazan hasta Peshwar, en Pakistán, a doscientos kilómetros de Kabul, para transmitir sus noticias.

La única fuente fiable de información para los periodistas son las embajadas extranjeras, pero sus funcionarios, excepto los de dos o tres sedes diplomáticas, parecen saber menos que los periodistas a los que están informando.

Los reporteros deben presentarse ante el Ministerio de Asuntos Exteriores y prometer que respetarán las normas sobre prensa extranjera, que consisten en «no escribir nada contra la revolución afgana».

Las autoridades no suelen molestar a los profesionales que recorren las calles de Kabul, peroa un equipo de televisión japonés y a otro norteamericano le fueron confiscadas unas películas en las que habían filmado vehículos blindados soviéticos.

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Los tres corresponsales japoneses, que fueron detenidos durante seis horas por las autoridades invasoras, fueron interrogados con suma educación por militares soviéticos, que se declararon sorprendidos por el gran número de periodistas extranjeros acudidos a Kabul. Interrogados a su vez por los periodistas nipones, los soviéticos declararon que poco antes de entrar en Kabul se les había dicho que iban a «Afganistán para liberar al país de una invasión».

Los rebeldes no controlan en este momento ninguna localidad ni carretera principal, y sus acciones son esporádicas, aunque muy crueles. Numerosas emboscadas tendidas a los soviéticos han provocado importantes pérdidas humanas y han paralizado los transportes de material y de hombres, principalmente en las provincias de Kandahar, Djelalabaad, Herat y en la misma capital, Kabul.

Estas acciones, según diversos testigos, son «una fuente de terror para los soviéticos».

La vida en Kabul durante el día parece casi normal, con las tiendas abiertas y la circulación de camiones, autobuses y automóviles. El frecuente paso de convoyes militares de camiones, vehículos blindados y alguna pieza de artillería no interrumpe el ritmo de vida.

Pero de noche, y especialmente en los barrios periféricos; los soviéticos han tenido lo menos treinta muertos desde la invasión, han dicho los diplomáticos.

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