Cultura adquiere el cuadro de Genovés que sirvió para pedir la amnistía en 1976
El artista fue encarcelado por ser su autor
El cuadro El abrazo, de Juan Genovés, por el que su autor fue encarcelado en 1976, en Madrid, acaba de ser adquirido a la Galería Marlborough, de Nueva York, por el Ministerio de Cultura español, que lo instalará en el Museo de Arte Contemporáneo. La obra fue llamada también Amnistía y fue tomada entonces como símbolo de la lucha por lograr que el Gobierno decretara la libertad de los presos políticos del régimen de Franco.
Fuentes del Ministerio de Cultura han destacado la importancia de la obra de Genovés, indicando que esa significación «no reside únicamente en su calidad artística y en su planteamiento conceptual; El abrazo supone, además, el símbolo de nuestra transición hacia la democracia y el ferviente anhelo de la definitiva reconciliación entre las que Antonio Machado denominó «las dos Españas».Cuando El abrazo se convirtió en Amnistía fue por una iniciativa de la Junta Democrática, que se planteaba la salida de los presos políticos como un paso previo a la reconciliación de Las Españas que ahora evoca el Ministerio de Cultura.
El cartel procedente del cuadro de Genovés le sirvió a la Junta Democrática para difundir los doce puntos en los que debía basarse la democratización de España. La primera respuesta que tuvo ese mural, por parte del Gobierno de Carlos Arias, fue la detención y el encarcelamiento de Juan Genovés, que estuvo seis días incomunicado en los calabozos de la Dirección General de Seguridad. Los prolegómenos de esta detención fueron significativos de aquel tiempo: la policía irrumpió en la imprenta donde se imprimía el cartel, de cuyo material se incautó, deteniendo a las personas que había allí. No estaba Genovés, por lo que tuvo que esperar veinticuatro horas para sufrir la misma suerte que quienes trabajaban en la multiplicación de su original. La acción de la policía convirtió en clandestina la impresión del cartel, que alcanzó una amplia difusión, hasta el punto que la organización Amnesty International, que desde Londres defiende los derechos humanos en todo el mundo, lo adoptó como uno de susposters.
La obra, después de haber servido a aquel propósito, viajó por el mundo; después de haber sido expuesta en Zurich, finalmente llegó a la Marlboroug, de Nueva York, galería que representa al artista y que ahora acaba de vender al Ministerio de Cultura el símbolo plástico más conocido de la transición española.
Ayer estaba satisfecho Juan Genovés por esta transacción, que devuelve a España una de sus obras más queridas. La noticia le llega, además, cuando acaba de regresar de un viaje y prepara otro, el que le ha de llevar a Nueva York, donde en febrero se inaugura una nueva exposición suya.
Juan Genovés declara que él ha sido el primer sorprendido ante la iniciativa del Ministerio de Cultura, realizada a través de la Dirección General del Patronato Histórico-Artístico. Y cuenta, divertido, las confusiones que hubo en el transporte de la obra, que finalmente ha llegado a su sitio. El pintor desconoce la cantidad pagada por el cuadro, que ya no era de su propiedad. Y sobre la obra misma, cree que en cierto modo simboliza toda la década que acaba de pasar y cuyos problemas no han sido superados del todo en España. «Se ha avanzado mucho», admite Genovés, «pero todavía no es tiempo para pintar ni pajaritos ni flores. Me gustaría hacerlo, pero no he podido. Tampoco creo que haya tantas razones para ese desencanto del que se habla, aunque en efecto todavía no disfrutamos de una democracia de verdad.» A Genovés le resulta obvio que el hombre sigue estando enajenado y que los personajes de sus obras no han pasado, ni mucho menos, a disfrutar de una vida mejor, ni aquí ni en ningún lugar del mundo.
Babelia
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