Hans Küng reacciona duramente contra la confirmación de su condena por el Vaticano
El profesor de Teología Dogmática y de Ecumenismo de la Universidad de Tubinga, Hans Küng, privado de la missio canonica por la curia vaticana y, en consecuencia, sin licencia de Roma para enseñar teología, ha repetido su disponibilidad a celebrar una entrevista con el Papa y al tiempo ha denunciado la desconsideración por Roma de los derechos humanos dentro de la Iglesia. La última toma de postura del profesor ante la decisión vaticana sobre su persona queda reflejada en un comunicado que el propio Hans Küng ha facilitado a EL PAIS.
Por su parte, el presidente de la conferencia episcopal alemana, cardenal Joseph Höffner, ha reaccionado acremente ante este deseo del profesor y su negativa a comparecer ante el ex Santo Oficio. Para el cardenal, la postura de Küng es «expresión de una terrible y excesiva autosuficiencia».
También coincidiendo con el fin de año, ha iniciado su actividad el recién creado comité para la Defensa de los Derechos de los Cristianos en la Iglesia, fundado en Tubinga. En su primer comunicado, remitido también a este diario, se dice que «han concluido ya los tiempos en los que tenía un alcance ilimitado el principio Roma, locuta, causa finita (habló Roma, la causa ha terminado). Si las autoridades romanas y los príncipes de la Iglesia alemana creen que van a poder seguir zanjando mediante actos de autoridad cuestiones eclesiales vitales, se encuentran en un error. Las disposiciones autoritarias no tienen nada que ver con aquella ciencia teológica libre que recibe su crédito de la crítica racional y del diálogo fraterno».
El caso Hans Küng, se añade en el comunicado del comité, demuestra con claridad que «el futuro no trabaja en favor del mandato imperativo de proveniencia magisterial, sino en favor de un diálogo abierto, sin fronteras, bajo el signo de Jesucristo. En este sentido, la defensa de los derechos de los cristianos en la Iglesia es una tarea más urgente que nunca».
En su comunicado, que titula «Por una Iglesia verdaderamente cristiana», el profesor Hans Küng lamenta «con dolor e incomprensión» que «el Papa haya juzgado a un hombre al que no ha escuchado. La divisa romana óigase también a la otra parte no tiene valor en la Roma papal». Küng recuerda que ha solicitado varias veces al Papa, la última vez a través del obispo de Rottenburg y con carácter de urgencia, que acceda a un diálogo con él. Sin embargo, «el Papa no ha encontrado necesario escuchar personalmente a un teólogo católico que durante un cuarto de siglo ha procurado servir a su Iglesia según su propia conciencia y sus conocimientos». «Un crítico incómodo», añade Küng, «ha sido obligado al silencio con todos los medios de violencia espiritual. Juan XXIII y el Concilio Vaticano II han sido relegados al olvido. Roma no parece tolerar la corrección fraterna, la crítica leal, la controversia fraterna, la obligada discrepancia dentro de un espíritu de solidaridad. Los derechos humanos y el amor cristiano se predican hacia el exterior, pero en el interior son conculcados a pesar de una infinidad de bellas palabras.»
No se escuchó al acusado
Hans Küng denuncia también haber sido considerado «únicamente un objeto y nunca parte interesada en un proceso, debido a la estrategia negociadora romana». El profesor lamenta más adelante el no haber sido escuchado, como tampoco lo fueron las demandas de cristianos y no cristianos en todo el mundo, las protestas de innumerables teólogos, pastores y laicos de diversas confesiones, y del Consejo Mundial de las Iglesias. «Las autoridades romanas y los príncipes eclesiásticos alemanes no han comprendido bien que aquí no se trata ya el caso Küng, sino de la Iglesia que se propone poner en juego la oportunidad de una reconstrucción a partir del Concilio Vaticano II.» «No se trata ya del caso aislado de un teólogo, sino también de todos aquellos conocidos o ignotos que en el pasado y en el futuro se han visto o se verán sometidos a las medidas disciplinarias de la Iglesia. No se trata ya de creyentes aislados, sino de la unidad de la Iglesia total y de la credibilidad de la dirección de la propia Iglesia. No se trata ya de la infalibilidad pontíficia, sino de su autoridad moral dentro y fuera. No sólo se trata de una controversia intracatólica, sino de que progrese el entendimiento ecuménico. Me pregunto», añade el profesor Küng, «cuántos de nuestros teólogos, pastores y laicos podrán ser tenidos ahora todavía por católicos si a mí se me impide continuar siendo teólogo católico. A pesar de todo interpreto el veredicto romano no como una derrota, sino como un desafío a nuestra Iglesia en el sentido de una clarificación, largamente frenada hasta ahora, de los fundamentos de la teología católica y de su difusión. Un compromiso desleal me hubiera permitido quizá conservar la licencia docente y me hubiera proporcionado una calma temporal, pero con ello no habría prestado a la Iglesia un servicio y al tiempo me habría privado de mi identidad cristiana y del crédito moral.»
Con el fin de «contrarrestar las consecuencias negativas de la decisión romana respecto de nuestra Iglesia», el profesor Küng invita a los teólogos, laicos y organizaciones cristianas a que se entreguen en lo sucesivo a analizar la actual situación y a expresar libremente sus conclusiones. Hans Küng se solidariza plenamente con el Comité para la Defensa de los Derechos Cristianos en la Iglesia y sugiere su institucionalización a nivel internacional. El objetivo inmediato es mover a la curia vaticana a que «en cada caso de procesos doctrinales- el afectado pueda ejercer el derecho a elegir su propio defensor y a tener acceso a todas las actas», según conclusión sinodal de la Iglesia suiza de febrero de 1974. Hans Küng repite que continuará siendo católico, sacerdote y profesor de Teología.
Roma mantiene su postura
A su regreso de Roma, la comisión de obispos alemanes, que según ella, había acudido al Vaticano para mediar entre el profesor y el Papa, difundía un comunicado conjunto en el que se repetía la postura curial contraria al profesor de Tubinga. El obispo de Rottenburg, Georg Moser, dijo en la televisión alemana que «en este caso no ha habido ni vencedores ni vencidos» y recalcó que se trataba de la defensa del bien superior de la Iglesia.
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