A los veinte años de la muerte del pedagogo Lorenzo Luzuriaga
Estaba en el exilio cuando le conocí en Buenos Aires. Nos presentó Francisco Ayala, en la Editorial Losada. Era un hombre cordial, abierto, de una sinceridad explosiva y fervor comunicativo. Al mismo tiempo se percibía en él un aura de tristeza, que unía a un fuerte optimismo en la razón de la Historia. Sentía una viva nostalgia de los pueblos y tierras de España que aunaba con la creencia firme de un retorno a la democracia en su país. Lorenzo Luzuriaga nació en Valdepeñas (Ciudad Real), el 29 de octubre de 1889. Estudió en la Universidad de Madrid, y tuvo tres excepcionales maestros: Manuel B. Cossío, su profesor en el Museo Pedagógico; Francisco Giner de los Ríos, en la Institución Libre de Enseñanza, y José Ortega y Gasset, a cuyas clases asistió en la Escuela Superior de Magisterio. Más tarde completó sus estudios pedagógicos en Berlín y Jena. Al regresar de Alemania, en 1914, inició una intensa actividad pedagógica, y colaboró en la revista España y el periódico El Sol. En 1922 fundó la Revista Pedagógica y sus Publicaciones, para dar a conocer las nuevas tendencias del movimiento pedagógico contemporáneo y contribuir a su desarrollo. En 1933 fue designado profesor encargado del curso de Pedagogía en la facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Al estallar la guerra civil, en 1936, Lorenzo Luzuriaga se adhirió a la causa de la República y tuvo que salir de España, en 1939, camino de Argentina. A poco de llegar lo nombraron profesor de Pedagogía en la Universidad de Tuclimán y, en 1941, vicedecano de la facultad de Filosofía y Letras. Durante los años 1955-1956 dictó cursos en la facultad de Filosofía de la Universidad de Caracas. En Buenos Aires reinició las Publicaciones de la Revista Pedagógica, en la Editorial Losada. Por concurso obtuvo, en 1956, la cátedra de Historia de la Educación y Pedagogía en la Universidad de Buenos Aires. Falleció en esta ciudad, el 23 de diciembre de 1959. Brillante, educador y uno de los pilares de la Institución Libre de Enseñanza, Luzuriaga fue de los creadores, en España y América, del movimiento La Nueva Educación. Los principios de este sistema educativo asombran por su sentido actualísimo. En la nueva escuela pública, Luzuriaga propugnó la coeducación de los sexos; practicar actividades manuales, trabajos de taller, jardinería, horticultura; realizar excursiones e instalar campamentos y colonias escolares; enseñar pocas asignaturas por día, dividir el año escolar en cursos trimestrales; fomentar las asambleas y autonomía de los alumnos; cultivar el canto y la música colectivos y todas las manifestaciones artísticas. La pedagogía de Luzuriaga tendía a la formación integral y humanista del hombre. Como buen discípulo de Ortega y Gasset, recogió sus enseñanzas contra las barbaries del especialismo, que dividen el conocimiento y agostan la sensibilidad. «Y como ideal, último», afirma Luzuriaga en un artículo titulado Escuela nueva pública, «educar en el sentido de la ciudadanía y la humanidad.» Entre sus obras más importantes destacan: La educación nueva (1942), Pedagogía (1950), Historia de la educación y de la pedagogía (1951), La Institución Libre de Enseñanza (1956), y su célebre Diccionario de Pedagogía, obra importante y casi monumental por la vastedad de su información. Al evocar la figura y trayectoria de Lorenzo Luzuriaga, en el aniversario de su muerte, recuperamos su figura y su obra educativa para la historia del pensamiento español y, también, como semilla fecunda para crear una nueva, libre y democrática universidad española.
Babelia
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