La Línea de la Concepción, un cementerio industrial de sectores en crisis
Los linenses creen que su localidad se ha convertido, en el plazo de diez años, en punto obligado de visita para los ministros entrantes y pozo donde se depositan promesas gubernamentales incumplidas. Tras el cierre de la verja que la separa del Peñón de Gibraltar, el censo de La Línea ha menguado en 14.000 vecinos. El paro afecta al 25% de la población activa, que asciende a 17.000 trabajadores. Los planes de ayuda y desarrollo para La Línea han sido tan desafortunados, que hoy su polígono de Campamento parece un cementerio industrial de sectores en crisis: siderúrgico, naval y textil. Muchos linenses ven en la apertura de la verja la solución a sus problemas; los más reivindican el cumplimiento de las promesas hechas por los distintos gobiernos a lo largo de los años.
Día 8 de junio de 1969, 22.30 horas. Las autoridades españolas cierran la verja por la que se accede al peñón de Gibraltar. Un total de 4.778 trabajadores de este lado de la verja dicen desde La Línea de la Concepción adiós a los 27.000 súbditos de la base británica, llanitos, que allí quedan. Algunos conservan los pases « por si acaso»; todos se despiden del trabajo allí y miran con esperanza al Norte. El Gobierno de Franco promete trabajo para todos los vecinos de La Línea y sitúa a varios centenares de ellos repartidos por toda la Península. En los centros de la Seguridad Social se colocan docenas de celadores y telefonistas. Otros linenses deciden emigrar a Inglaterra, donde forman una colonia de un par de miles de personas. El éxodo, en un año, disminuye el censo de la localidad de 71.000 a 52.000 habitantes.El Gobierno lanza una emisión de sellos con una sobretasa de cincuenta céntimos para ayudar a las familias que el cierre de la verja deja sin medio de vida. A diez años vista se desconoce el éxito o fracaso de la operación. Para Rafael Román, senador del PSOE por Cádiz, la iniciativa debió tratarse de una «maniobra de enmascaramiento de la subida de tarifas postales; todavía no ha sido hecho público, que sepamos, el destino de aquellos dos patrióticos reales».
Día 15 de octubre de 1969. Las selecciones de fútbol de España y Finlandia estrenan el polideportivo de La Línea. Las cámaras de televisión pasean sus planos por el peñón de Gibraltar, a un costado del estadio. Los chicos de Kubala, que inicia su etapa de seleccionador, endosan media docena de goles a sus rivales. Los Gárate, Pirri, Velázquez, Amancio y Quino gritan gol frente a la «roca», la «pérfida Albión». Los españoles «toman conciencia» del problema del peñón. A los vecinos de La Línea les quedan las instalaciones deportivas, cuya administración deja el Gobiernoén manos del Ayuntamiento. Y el municipio, hoy, con un déficit de cuatrocientos millones de pesetas, sigue sin poder hacer frente a su mantenimiento.
Un cementerio industrial
Hasta aquí una parte de la historia de la anécdota en La Línea de la Concepción, un pueblo que ha sufrido un «infructuoso» desfile de ministros desde aquel 8 de junio de 1969. «Promesas y más promesas. Era la época», dice el alcalde, Francisco Niebla, del PSOE, «en que La Línea éramos preocupación de Estado.»
La Línea de la Concepción tiene una población activa de 17.000 trabajadores. El 25% está en paro.
A la entrada de La Línea, a la derecha de la carretera, desafían al cielo media docena de grúas en, cuya estructura metálica está escrito el nombre Crinavis. Son el anuncio de una inversión de 3.000 millones de pesetas inactivas y atalaya de un cementerio industrial de sectores en crisis.
El Gobierno decide en 1964 fo mentar el desarrollo del Campo de Gibraltar. Dos años después se publica el primer plan. En esas fechas se realiza el primero de los ocho concursos efectuados con concesiones de beneficios fiscales -bonificaciones del 20% en la inversión- para las industrias que decidan instalarse allí. Las inversiones totales superan los 50.000 millones de pesetas; los puestos de trabajo previstos, en pura teoría, llegan a 15.000.
En La Línea se invirtió. Los puestos de trabajo, sin embarge, desaparecieron en los últimos años o no llegaron a ser realidad nunca. Una realidad del paro en La Linea que pasa por la impotencia frentea instalaciones oxidadas por el desuso. «Llama la atención», dijo Rafael Román hace un par de meses ante un Pleno del Senado, «la agudeza de nuestros planificadores situando, en el área empresas de los sectores textil, siderúrgico y naval, todas ellas en crisis en la actualidad.» Algunos proyectos abortados fueron:
- Crinavis. Supuso una inversión pública próxima a los 3.000 millones de pesetas para la construcción de buques de gases licuados. Las obras comenzaron en 1974. Se previó la creación de 2.000 puestos de trabajo. El montaje está prácticamente acabado. Falta pener en la entrada de las instalaciones el cartel de «a estrenar».
La Línea de la Concepción, un cementerio industrial desectores en crisis
- Siderar. Un proyecto siderúrgico que suponía la creación de varios cientos de puestos de trabajo. No llegó a construirse.- Confecciones Gibraltar. Previó 2.500 puestos de trabajo. Funcionó a pleno rendimiento con 1.500 operarios hasta que un expediente de crisis redujo la plantilla en quinientos. En el año 1975, un nuevo expediente de crisis, en circunstancias poco explicadas, supuso el cierre definitivo de la empresa, cuyas instalaciones se entierran a diario en el polígono industrial de Campamento.
- Acero Internacional, SA. Creó alrededor de cien de los 190 puestos de trabajo previstos en su planificación. El año 1975 entró en crisis. Sus instalaciones permanecen cerradas.
- Laminados de Fibras. No se llegó a abrir. Se perdieron otros ochenta puestos de trabajo.
- Unión Industrial de Envases. Empleó a ochenta trabajadores en la fabricación de bolsas de plástico. En la actualidad está cerrada.
- Convelsa. Dedicada a la manufacturación y conservación de vegetales, sólo tiene actividad a temporadas.
Las empresas que funcionan en La Línea de la Concepción ocupan mano de obra cualificada y cuantitativamente corta. Entre otras se puede citar a Papelera del Atlántico, que ocupa a una veintena de trabajadores; Migsa, que fabrica baterías de cocina de acero inoxidable, a 150; Telettra, dedicada a la producción de componentes electrónicos, a trescientos.
El sector de la construcción tuvo arraigo y prosperidad durante décadas en La Línea. En los año sesenta, el 30% de la población activa tenía ocupación en este sector Hoy ofrece un paro próximo a los 2.000 trabajadores, cifra que se puede aumentar de forma considerable con la declaración de suspensión de pagos de Sacra, SA -empresa que daba trabajo a medio millar de obreros y construía en la actualidad 452 viviendas de protección oficial-, y la suspensión de pagos de Almedi, con una plantilla de cincuenta trabajadores. En La Línea hay 6.000 peticiones de viviendas.
El Gobierno de las promesas y las promesas del Gobierno
El Gobierno prometió a los finenses una terminal de ferrocarril que enlazara con San Roque y Algeciras. Se construyeron diez kilómetros de vías hace ocho años. Por ellas no circuló nunca un convoy. Los terrenos destinados a la estación, próximos al polígono industrial, ofrecen hoy cierto aspecto de basurero.
Dentro de un plan general de ordenamiento, el Gobierno prometió un aeropuerto, cuyos terrenos ocupan hoy algunas chabolas dispersas.
Otra de las promesas fue la construcción de un puerto pesquero y recreativo. Los vecinos del barrio pesquero La Atunara -los que protagonizan la venta ambulante de pescado por la localidad-, alrededor de 7.000, aún esperan que un día desaparezcan las dificultades al tiempo de echar sus pequeñas embarcaciones a la mar. Son pescadores que no salen a faenar cuando sopla el viento de Levante.
Estos mismos vecinos tienen hecha -y aprobada en Consejo de Ministros- la promesa. de construcción de seiscientas viviendas, que aliviarían en parte la falta de higiene que presentan ahora sus «casas» y sus calles, en su m ayor parte sin asfaltar. La respuesta oficial a sus reivindicaciones es que está pendiente su puesta en marcha de la expropiación de los terrenos.
El Gobierno pensó en su día en La Línea de la Concepción como un foco turístico de importancia en aquella zona costera. Y construyó al efecto un «burgo» y un «mesón». Ambos permanecen cerrados. Según las estimaciones municipales, su apertura podría ofrecer la creación de un centenar de puestos de trabajo.
La actual situación de paro, «insostenible» y propiciadora de un incremento constante de la delincuencia y tráfico de drogas en particular, se ve agravada por el retorno continuo de aquellos emigrados que abandonaron La Línea tras el cierre de la verja.
La vuelta al Peñón
Los linenses son conscientes de que el problema de la comarca «es un tema de Estado» -Carlos Bustelo, ministro de Industria y Energía-, y de que en la base británica la mano de obra española era «explotada de modo humillante» -Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, -ante un reciente Pleno del Senado- Pero dudan de que el Gobierno sea «consciente del problema de La Línea». «Lo que pedirnos», dice Antonio Díaz Lara, segundo teniente de alcalde, del PSOE, «es el cumplimiento de las promesas gubernamentales. El actual Gobierno, aunque haya nacido en un régimen democrático, tiene que asumir los compromisos adquiridos por los sucesivos Gobiernos franquistas.»
Francisco Niebla, alcalde de La Línea, es un fiel exponente del desencanto de aquella localidad. «Resulta triste que, a la vuelta de diez años, el Gobierno español esté favoreciendo que La Línea vuelva a depositar su mirada en aquella roca como única solución para ella.»
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