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El rearme europeo

Francia se declara al margen de los compromisos atómicos de la OTAN

Francia, oficialmente, declara que las negociaciones que acaban de iniciarse en el marco de la OTAN con el fin de modernizar las fuerzas nucleares de la Alianza Atlántica, «no nos conciernen». De los países occidentales integrantes de la alianza que dirige Estados Unidos, Francia es el único que no pertenece a la organización militar.Las autoridades francesas quieren mantener «virgen» su libertad de decisión para comprometerse o no, llegado el caso de un conflicto. Aunque París continúa perteneciendo a la Alianza Atlántica, participa en sus decisiones políticas, contrariamente a las fuerzas británicas, italianas, belgas, etcétera, las fuerzas francesas no están agrupadas ni dirigidas por el Estado Mayor del dispositivo militar de la OTAN.

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A pesar de ello, las fuerzas francesas y la OTAN mantienen cierto tipo de relaciones: observadores franceses y atlánticos se intercambian y una misión francesa permanece en Bruselas. En esta situación, ¿cuál sería la actitud francesa en caso de conflicto? Oficialmente se insiste en que «la fuerza de disuasión nuclear precisamente nos concede una independencia total de decisión. Nuestra colaboración con la OTAN no sería automática en caso de que se desencadenara un conflicto no aceptado por nosotros. La independencia nacional se afirmaría en este momento».

En la práctica, sin embargo, tratándole de conflictos nucleares, resulta dificil disociar a Francia del resto de Europa y de Occidente.

Pero las autoridades francesas se mantienen firmes en este momento crucial para la OTAN. En los medios oficiales se subraya que «nosotros hacemos nuestro esfuerzo de modernización, no queremos consejos de los demás, y tampoco enjuiciamos las decisiones ajenas».

Esta postura, en primer lugar, pretende justificar por adelantado las reticencias de Francia ante un eventual acuerdo Este-Oeste, controlado por los dos grandes, que abarcaría a toda Europa, y que sería condensado en SALT III, acuerdo que Francia no firmaría.

Paralelamente, el Gobierno francés predica la llamada «ampliación de la distensión»; según esta filosofía, es menester pasar de la distensión militar a laideológica.

La postura oficial, con matices o críticas diversos, es más o menos aceptada por el conjunto de las fuerzas políticas galas. Los comunistas, que se han alineado inmediatamente.con Moscú para valorar la modernización de las fuerzas de la OTAN, aprovechando la ocasión, le han propuesto al presidente Giscard d'Estaing que inicie conversaciones urgentes con la URSS para firmar «un tratado franco-soviético de defensa mutua». Nada indica que el señor Giscard vaya a seguir los consejos comunistas.

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