Dar la cara
«La preocupación por la falta de seguridad ciudadana es hoy una obsesión de todos los españoles, con la lógica excepción de los profesionales del río revuelto. Ni que decir tiene que tal preocupación está más que fundada. Y la cuestión es ésta: ¿Se hace todo cuanto hay que hacer en los responsables de la segur ¡dad del Estado para calmarla?Las preguntas más complicadas tienen a veces respuestas sencillísimas. Y ésta es una de ellas, porque la conducta exterior, pública y evidente, del más alto responsable de la seguridad del Estado, el ministro del Interior, Antonio Ibáñez Freire, no deja margen para la duda. Aunque no sea así, parece que al ministro le trae sin cuidado tal obsesión. ( ... )
Más de dos semanas hace que el diputado de UCD Javier Rupérez fue secuestrado por ETA (pm); sobrepasa ya el mes de la fecha en que el diputado Juan María Bandrés abrió el debate sobre supuestas torturas policiales a detenidos vascos. A estas horas, no nos queda ni la menor duda de que Martín Villa habría ofrecido a la multitud de españoles que hoy se preguntan qué está pasando todo tipo de mejores o peores explicaciones sobre el secuestro y sobre la denuncia de torturas. El señor Ibáñez Freire, en cambio, nos ofrece un insostenible silencio.
Decir que Ibáñez Freire, de seguir así, está haciendo añorar a Martín Villa a muchos de los que antes denostaban a éste, es decir poco. El ex ministro del Interior, incluso para equivocarse, daba la cara. Ibáñez Freire, por su parte, tiene una infalible manera de no equivocarse: cerrar la boca. Así, cualquiera. Y hoy, en España, un ministro del Interior, responsable máximo de la solución o encauzamiento del más urgente problema político que nos acosa, no puede comportarse como un esmerado cultivador de su imagen política, pues es el futuro-político y no político de 36 millones de españoles el que está en juego antes que el suyo. ( ...)»
28 de noviembre
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