Gromiko anuncia la negativa de la URSS a negociar, la reducción de cohetes
"Diálogo de sordos" entre la URSS y la RFA
Una exclamación de asombro recorrió ayer la sala de prensa de Bonn, cuando el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, anunció a los periodistas que rehúsa celebrar conversaciones con Occidente sobre reducción de cohetes nucleares en tanto la OTAN no abandone su proyecto de modernizar su arsenal atómico en suelo europeo. Días atrás, los medios de información soviéticos apuntaban como sólida la posibilidad de que, aun después de la conferencia decisoria de la Alianza Atlántica del próximo diciembre, y aun en el caso de que alemanes occidentales y demás aliados de Estados Unidos aceptasen la modernización de sus cohetes nucleares, Moscú estaría dispuesto a abrir negociaciones lo antes posible. En el propio Bonn se había recordado el proverbial realismo de Gromiko para augurar unas conversaciones favorables a una ulterior conferencia sobre el desarme atómico, tras la cumbre de Bruselas.
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La modernización de la OTAN empeorará la situación en Europa, afirma Gromiko
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El primer comentario tras la conferencia de prensa en los medios informativos de la RFA, emitido por el segundo canal de la televisión federal, ha calificado la conferencia de prensa como «extremadamente dura», e «índice de que Gromiko es también capaz de calificar los acontecimientos con toda crudeza». Tras más de seis horas de conversaciones con su colega federal, Hans Dietrich Genscher, y después de cuatro en el despacho del canciller Schmidt, los puntos de vista de soviéticos y alemanes no se han aproximado, sino todo lo contrario. Gromiko señaló en la conferencia de prensa que «lamentaba la postura de Bonn» respecto de la producción y establecimiento de los nuevos misiles. «No ha sido posible encontrar un lenguaje común», señaló. «Lejos de conducir esta operación hacia la distensión, contribuiría a un empeoramiento de la situación en Europa», añadió Gromiko. El ministro lamentó también el criterio difundido «en algunos países de la OTAN» de que «sólo desde una posición de fuerza es posible negociar con la Unión Soviética», punto de vista que «elimina toda posibilidad de negociación política».
Andrei Gromiko se manifestó también contrario a que el problema de los cohetes de alcance intermedio se incorpore a las futuras, e hipotéticas, negociaciones SALT III, ya que, con la experiencia pasada, es fácil concluir que SALT III se prolongarían más de siete u ocho años, lo cual significa «un gran peligro para Europa». El jefe de la diplomacia soviética se preguntó a sí mismo si en la nueva serie de conversaciones debería limitarse la discusión a una reducción de armamento nuclear de las dos potencias negociadoras, Estados Unidos y Unión Soviética, o si, por el contrario, no deberían comprometerse también con la discusión del desarme nuclear los respectivos aliados de cada bloque.
Moscú, según su ministro, ve también amenazadas las conversaciones de Viena sobre la reducción de tropas, en el caso esperado de que los países europeos de la OTAN respalden la posición germano-norteamericana. La URSS espera aún respuesta a su oferta de hace año y medio sobre esta materia, una respuesta que ahora ha exigido Gromiko para un plazo breve. Tampoco excluyó nuevos inconvenientes para las relaciones soviético-alemanas si no se inician inmediatamente conversaciones y se abandonan los proyectos de rearme occidentales. Esto no obsta para que haya extendido sendas invitaciones de viajes a Moscú al ministro Genscher y al canciller Schmidt, a quien también alabó por el respaldo prestado al presidente Carter en su deseo de ratificación de las SALT II. Esta disgresión laudatoria no impidió tampoco que Gromiko advirtiese al propio presidente Carter que controlase las emociones de su país en relación con la crisis.
Respecto de su reciente visita a Madrid, y preguntado por el tema OTAN, Andrei Gromiko señaló escuetamente que España ganaría más manteniéndose dentro de un status de neutralidad.
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