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Tribuna
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Actualidad política de Suecia y de sus relaciones con España

Embajador de España en SueciaSituada al noroeste de Europa, en la península de Escandinavia, Suecia es un país de casi medio millón de kilómetros cuadrados y algo más de ocho millones de habitantes. Fiel a una política de neutralidad, se mantuvo al margen de las dos guerras mundiales y no se ha integrado en la CEE ni en la OTAN. Es, sin embargo, miembro de la ONU, del Consejo de Europa y del Consejo Nórdico.

Suecia es una monarquía constitucional, cuyo rey, Carlos XVI Gustavo, fue coronado en septiembre de 1973. La función real ha quedado limitada a la representación formal del Estado. El presidente del Parlamento es quien designa a la persona encargada de formar Gobierno. El monarca preside la sesión de investidura del ejecutivo, así como la apertura del Parlamento.

Las últimas elecciones, celebradas el 16 de septiembre, otorgaron la victoria -exclusivamente por 8.000 votos de diferencia- al denominado bloque burgués, integrado por los partidos Moderado, Centro o Agrario y Liberal, frente a socialdemócratas y comunistas. Nota destacada de la campaña electoral ha sido la ausencia de agresividad. La relativa coincidencia de los programas de los diferentes partidos ratifica tanto la solidez de la democracia sueca como las escasas alternativas presentables ante la opinión pública en relación con los grandes temas que el país tiene planteados: la política económica y el programa nuclear. Mantener e incrementar el sistema de bienestar social, alcanzado mediante una política fiscal fuertemente redistributiva, dirigida en último término a cierto sistema de cogestión, es la base del programa socialista, enfrentado a una alternativa conservadora basada en deseos de reducción impositiva potenciadora del consumo, de la inversión y del empleo, de cuño típicamente liberal.

La dependencia sueca del petróleo (70% de su consumo energético, por valor de 15.000 millones de coronas anuales, 240.000 millones de pesetas) orientó a Suecia por la senda nuclear. El tema, de incidencia decisiva en la política interior de este país, ha roto la tradicional política de bloques ideológicos: moderados, liberales y socialdemócratas, con matices, se definen a favor, mientras que el centro y el Partido Comunista sostienen que las plantas nucleares deben limitarse a las seis en funcionamiento, procediéndose a su liquidación posterior en un período máximo de diez años. Tras el accidente de Harrisburg, todos los partidos políticos acordaron la convocatoria de un referéndum sobre la totalidad de la política energética, a celebrar en marzo de 1980.

Los cambios en el poder ejecutivo no afectan a las coordenadas generales de la política exterior sueca, donde el acuerdo entre Gobierno y oposición continúa siendo pleno. Calificado de doctrina permanente de Estado, el modelo sueco de neutralidad activa se define como «la no participación en alianzas en tiempos de paz, con objeto de mantener la neutralidad en un supuesto bélico», y se apoya en una «defensa total» como complemento indispensable. La inversión de cantidades sustanciales para el mantenimiento de un sistema de defensa suficientemente sólido, y la preparación del ciudadano para un supuesto bélico, hacen que la defensa militar se complemente con la de carácter civil, económico e inclusive psicológico. Finalmente, destaquemos cómo la neutralidad activa sueca forma parte de un sistema de equilibrio nórdico, imaginado de forma tal «que cualquier iniciativa por parte de uno de los bloques hacia un expansionismo en Escandinavia resultaría inmediatamente equilibrado por tendencias paralelas en el otro».

La cooperación al desarrollo constituye un elemento destacado de la acción diplomática sueca.

Suecia invertirá, en 1979, 3.780 millones de coronas (1,014% del producto nacional bruto) en créditos de asistencia bilateral y multilateral en veinte países del Tercer Mundo, destacando especialmente el apoyo prestado a los movimientos de liberación africanos.

Mejoría de las relaciones

A partir de la evolución política registrada recientemente en nuestro país, se observan indicios de clara mejoría en las relaciones entre España y Suecia. Está lejos ya la vieja oposición histórica y mental -pueblos nórdicos y protestantes frente a pueblos meridionales y católicos-, exaltada además por el enfrentamiento con España en las guerras de religión del siglo XVII. Los años de 1978 y 1979 han significado la plena normalización de relaciones políticas entre España y Suecia, abandonándose cualquier reticencia a nivel de partidos políticos en relación con el proceso político español. Puede decirse que son excepcionales los casos en que algún medio de difusión continúa enjuiciando a nuestro país sin la objetividad informativa que sería de desear.

Se trataba de alguna injustificada continuación de cierta agresividad frente al pasado régimen, manteniendo su tradicional sensacionalismo informativo durante los primeros años de la transición. Ello constituye un dato inherente a la forma de expresarse de los medios de difusión de este país, inclinados a la comparación constante de su sistema social con el vigente en otras, sociedades. Sin embargo, recientemente, tras la celebración de elecciones locales y la elaboración de los estatutos de autonomía, la evolución española empieza a ser definitivamente comprendida y aceptada.

Los acontecimientos más íniportantes a nivel bilateral fueron las visitas a Madrid de los anteriores ministro de Asuntos Exteriores, señor Karin Soder, y primer ministro, señor Ullsten, primera vez en la historia de los dos países que un ministro de Asuntos Exteriores y un primer ministro sueco viajaban oficialmente a España. Los resultados se pueden calificar de provechosos, no sólo por la comprobación in situ de la evolución política experimentada, sino por el efecto multiplicador que obtuvo en los demás países escandinavos. Fruto de todo ello fue la invitación, transmitida por la señora Soder, de los monarcas suecos a sus majestades los Reyes de España para visitar oficialmente este país en 1979.

También en el terreno cultural se registra un auge de los intercambios al hilo de la nueva situación: como resultado de las conversaciones entre la embajada de España en Suecia y el Instituto Sueco, el pasado otoño visitó Madrid una importante misión cultural sueca, que entabló contacto con profesionales de siete distintos campos de la cultura.

Fruto inmediato de estos contactos han sido la visita a Suecia del comisario español de exposiciones en abril pasado; viaje a Suecia de un grupo de bibliotecarios españoles, para estudiar técnicas suecas en la materia, y la reciente visita del escritor y académico Miguel Delibes, invitado por la embajada de España, a pronunciar una serie de conferencias, y que constituyó un enorme éxito de público y crítica. Finalmente, en noviembre llegará a Estocolmo un grupo de escritores españoles para asistir a la asamblea anual de la Unión de Escritores.

Nuestras exportaciones a Suecia se han desarrollado favorablemente en la década de los setenta. En 1978, el aumento de nuestras exportaciones en el mercado sueco ha sido del 18%, colocándose en 810 millones de coronas suecas (12.960 millones de pesetas) y reduciendo la distancia con la importación sueca a nuestro país, que se ha situado ese mismo año en 1.079 millones de coronas.

La política comercial española ha dado este año un paso decisivo en lo que concierne a Suecia, con la rúbrica del tratado entre los países de la Asociación de Libre Comercio y España. La entrada en vigor de este acuerdo, prevista para el año próximo, significa que los obstáculos arancelarios se van a reducir y, aunque en el caso de Suecia son en general bajos (alrededor del 5%), esta reducción va a permitir que nos encontremos en posición de igualdad con nuestros competidores.

Turismo de masas

La década de los sesenta se caracteriza por el inicio de la corriente turística en masa. A mediados de los sesenta, España acaparará la mitad de la totalidad de la corriente turística emisora sueca fuera del ámbito nórdico, quedando definitivamente establecido el concepto de turismo de masas, en cuyo desarrollo intervendrán las compañías charter. La década del setenta confirmará la continuidad del predominio de España como destino turístico, arrojando una media de 555.309 visitantes suecos entre los años 1974 y 1979.

No puedo finalmente dejar de citar la madurez y solidez alcanzada por la emigración española en Suecia, único país europeo donde funciona una Federación de Centros Españoles, que agrupa a todas las organizaciones existentes en el país. El carácter progresivo de la política de seguridad social seguido por la Administración sueca en relación con los inmigrantes extranjeros tiene así su natural consecuencia positiva respecto a los españoles.

El viaje a Estocolmo y Gotemburgo de los Reyes de España permitirá confirmar la imagen, que el pueblo sueco no ignora, de una España democrática, sentando as bases para una nueva etapa de mejor conocimiento y cooperación concreta.

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