Juan Pablo II reafirmó la doctrina tradicional de la Iglesia ante los obispos norteamericanos
Juan Pablo II pronunció ayer ante la conferencia de todo el episcopado de Estados Unidos, reunida en sesión extraordinaria con motivo del viaje del Papa, uno de los discursos fundamentales de esta peregrinación. Después de los discursos de Drogheda, en Irlanda, sobre el terrorismo, y de las Naciones Unidas, sobre los derechos humanos ha sido éste el único discurso entregado a la prensa internacional en todas las lenguas.
, El papa Wojtyla, hablando a los 345 obispos de este país, que representan 138 diócesis, cincuenta millones de católicos, que corresponden al 25% de la población, ha confirmado la doctrina tradicional de la Iglesia sobre una serie de temas muy concretos que en estos últimos años han sido objeto de amplio debate en la base de los católicos americanos.El Papa ha insistido con gran fuerza sobre la responsabilidad que tienen los obispos de mantener íntegro «el depósito sagrado de la doctrina cristiana». Les recordó que esta llamada la había hecho Juan XXIII en apertura del Concilio y que la había proclamado Juan Pablo I «el día antes de morir». Y les reveló también una carta personal y secreta de un obispo americano a Pablo VI, en la cual le decía «Estoy dispuesto a mantener el contenido de la fe entero e incorruptible, tal como fue transmitido por los apóstoles y como ha profesado la Iglesia en todo tiempo y lugar» y se la ha presentado como ejemplo.
Les ha agradecido a los obispos su «generosidad» con las demás comunidades cristianas del mundo, especialmente con la Iglesia polaca y con la Santa Sede, y les ha exhortado a caminar por los senderos de la «santidad», afirmando que el manifiesto de los obispos americanos debe ser las «bienaventuranzas», porque el pueblo necesita de obispos «a quienes mirar como ejemplo en búsqueda de la santidad ».
Ha presentado a Pablo VI como «su padre espiritual» y ha sido muy hábil en la reafirmación de la doctrina tradicional de la Iglesia en materia de «moral», porque prácticamente lo ha hecho con palabras de documentos de los obispos americanos en los últimos años. Ha sido también un modo de decir a la base católica americana inquieta, que está de acuerdo con la enseñanza oficial de la conferencia episcopal de su país.
Los primeros comentarios a este importante discurso entre la prensa internacional que sigue el viaje del Papa han sido que Wojtyla puede hoy permitirse esta postura tradicional, porque cuenta con el consenso de millones de católicos que no cesan de manifestarle un entusiasmo desbordante. Algunos han puesto de manifiesto las dos almas de Wojtyla: abierto en materias sociales y decididamente conservador en los problemas de moral católica y de disciplina interna de la Iglesia.
A los sacerdotes y a los religiosos y religiosas con tantos problemas en este país, donde en los últimos años han dejado los hábitos más de 40.000 monjas, el Papa les ha dicho un «no» tajante al matrimonio y otro igualmente claro al «sacerdocio de la mujer», apoyándose en la tradición de la Iglesia: «No seréis menos libres por el hecho de ser pobres, obedientes y castos», les ha dicho a los sacerdotes y religiosos, y a las mujeres «que pueden ser muy importante a la misión de la Iglesia sin llegar al sacerdocio».
Un observador americano calificó el discurso de Juan Pablo II a los obispos como «el manifiesto de la reacción», cuando aún no había terminado de pronunciarlo:
Los puntos fundamentales
- Problema social: lucha contra el racismo, defensa de la dignidad humana, rechazo de la opresión de los débiles, de la manipulación del indefenso, condena del despilfarro de bienes materiales, de la carrera a las armas y de todo crimen hecho o dirigido contra los individuos y contra la creación.
- Divorcio: el matrimonio es indisoluble e irrevocable «como el amor de Dios por su pueblo y el amor de Cristo por su Iglesia».
- Control de nacimientos: un «no» tanto a la teoría de la contraconcepción como a los actos anticonceptivos. Hablando de la encíclica Humanes vitae, de Pablo VI, ratificó la enseñanza de esta encíclica, «escrita por mi predecesor en virtud del mandato que nos ha conferido Cristo».
- Relaciones sexuales: «la sexualidad es un bien humano y moral solamente en el ámbito del matrimonio; fuera del matrimonio es inmoral».
- Homosexualidad: «el comportamiento homosexual, diverso de la orientación homosexual es moralmente deshonesto». Es decir, es deshonesta la práctica de la homosexualidad, no la tendencia. El Papa alaba la «generosidad de los obispos americanos con los homosexuales, porque «como maestros de la ley de Dios y pastores compasivos» no han traicionado a quienes en este campo se hallan ante graves problemas morales. No los han traicionado, ha dicho el Papa, porque «no les han suscitado falsas esperanzas».
- Aborto: «matar a los niños inocentes aún no nacidos es un crimen indecible. Su derecho a la vida debe ser reconocido y plenamente protegido por la ley».
- Eutanasia: como el aborto, la eutanasia «o la muerte por piedad» es un «grave mal moral incompatible con el respeto a la dignidad humana y la veneración por la vida».
- Ecumenismo: debe buscarse la unidad de todos los cristiano con gran fuerza y fervor pastoral pero «sin desviarse de la verdadera doctrina católica».
- Confesión: «ante un fenómeno difundido de nuestro tiempo, según el cual muchos que reciben la comunión usan escasamente la confesión; debemos subrayar la invitación fundamental de Cristo a la conversión». La confesión «personal» es un «medio divino que tiene despierta en nuestros corazones y en nuestras comunidades un conciencia de pecado en su perenne y trágica realidad», dijo el Papa
- Presencia real de la Eucaristía: la Eucaristía («en la misa y fuera de ella es el cuerpo y la sangre de Cristo, y por tanto, es digna de la adoración dada a Dios vivo ».
El Papa ha condenado también «el materialismo, el secularismo que se propaga y la permisividad moral.» Afirmó también que los fieles «tienen el derecho a recibir la palabra de Dios en su pureza e integridad, tal como está garantizada por el magisterio de la Iglesia universal, el magisterio auténtico de los obispos de la Iglesia católica, los cuales enseñan en unión con el Papa».
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