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Existen dos clases de orgasmos independientes fisiológicamente, al margen del estado psíquico

La existencia de un doble circuito anatómico y fisiológico, perfectamente diferenciado, como elemento tipificador de dos tipos de orgasmo diferentes, demostrado todo ello en base a una amplia y muy rigurosa experimentación clínica, fue la revelación más significativa de las IV Jornadas Mediterráneas de Sexología, que están celebrándose en Barcelona. La exposición de dichos descubrimientos, que impresionó vivamente a los trescientos asistentes a las Jornadas -sin duda las más importantes celebradas en España-, fue llevada a cabo por el profesor Gilbert Tordjman, secretario general de la Sociedad Francesa de Sexología. En otro orden, menos importante científicamente, pero más sorprendente, destacó la presentación a las Jornadas de los trabajos del doctor Jenny, también francés, quien mostró las prótesis hidráulicas de pene que permiten una erección, de acuerdo con la voluntad del interesado, al accionar el mecanismo hidráulico. Un filme expuso el resultado de las prótesis, ya implantadas en varios pacientes.

Los hallazgos de Tordjman contradicen abiertamente los trabajos de William Masters y Virginia Johnson, para quienes existe un solo tipo de orgasmo.La diferenciación entre los tipos de orgasmo que efectúa Tordjman es válida tanto para el caso del hombre como para el de la mujer. Pero es en esta última donde adquiere mayor relieve, por varias razones. En el caso del hombre, no existe una barrera anatómica entre los equivalentes masculinos de los órganos sexuales internos y externos femeninos, como sucede con la mujer. Por ello, los dos tipos de orgasmo no suelen ser diferenciados por el propio sujeto, al revés de lo que sucede en la mujer. En segundo lugar, por razones sociológicas (religiosas, familiares y educacionales, básicamente), el problema de la falta de orgasmo (anorgasmia) es más grave en la mujer.

Por todo ello, Tordjman centra sus investigaciones en los orgasmos femeninos. Su proceder es estrictamente clínico y experimental, ya que el mismo proviene de la medicina estrictamente somática. Parte del estudio rigurosamente fisiológico de los genitales femeninos. Así, desde el punto de vista embriológico, señala que, como es bien sabido, las cuatro quintas partes de los órganos sexuales internos de la mujer tienen origen endodérmico, mientras que una quinta parte de los órganos sexuales externos, parte que incluye el clítoris, tiene origen ectodérmico. Dicho en otras palabras, ya desde los primeros meses de desarrollo fetal, los órganos sexuales internos y externos -la frontera entre ambos es el himen- son totalmente diferentes, al proceder de diferentes hojas embriológicas.

A partir de ello y de la evidencia clínica de que las pacientes femeninas suelen ellas mismas distinguir entre dos tipos de orgasmo, mal llamado clitoroideo y vaginal (terminología que Tordjman rechaza), Tordjman estudió casos de mujeres parapléjicas que tenían lesionados de forma total los órganos sexuales internos o bien los externos. En esos casos, si existía orgasmo, no podía haber confusión, ya que un tipo de estimulación -la interna o la externa, según la enfermedad-, era imposible, quedando sólo el otro.

Estudiando cada uno de los dos tipos de orgasmos -que Tordjman califica de superficial y profundo, en base a su punto de origen-, llegó a la conclusión, evidenciada clínica y experimentalmente, que ambos orgasmos conforman circuitos neurológicos diferentes e incomunicados, si bien pueden ser sinérgicos; es decir, que el uno ayude a provocar el otro.

El orgasmo superficial integra al que Freud llamaría clitoridiano, pero que también incluye el anal, ya que el esfinter anal tiene el mismo origen embriológico, y el producido por otro tipo de excitaciones: pezones u otras zonas superficiales. Su centro neurológico se sitúa al nivel de los segmentos medulares de las vértebras sacras. En cambio, el orgasmo profundo -que integra el que Freud llamaría vaginal-, se sitúa a nivel de los segmentos medulares de las últimas vértebras dorsales y la primera lumbar. En el caso de las mujeres parepléjicas, la parálisis hasta determinado nivel medular explicaba la ausencia de un orgasmo y la presencia del otro, de forma tan definitiva como fuese la parálisis, como mínimo.

Ello afecta a lo afirmado por Sigmund Freud. Para el padre del psicoanálisis, hay un orgasmo clitoridiano y otro vaginal. Ambos presuponen estados psíquicos determinados, siendo el vaginal un orgasmo superior cualitativamente -para Freud-, en la medida que implica una asunción de lo que él entendía por feminidad. Ahora, Tordjman demuestra que, al margen de los estados psíquicos, lo que hay es una capacidad y unos mecanismos anatómico-fisiológicos diferentes, con todo lo que implica de neurotransmisión diferente, con elementos bioquímicos neurotransmisores también diferentes (con la posibilidad de incidir farmacológicamente en los mismos de forma también diferenciada).

El error de Freud

Pero hay puntos de curiosa coincidencia con Freud, pese a que los puntos de partida sean casi antagónicos. Así, para Tordjman cada tipo de orgasmo -es decir, cada tipo de sensibilidad- implica una respuesta distinta por parte de la mujer. En aquellas en quien domine o exista, en solitario, el orgasmo superficial, predominará la pasividad, la falta de movimientos durante el contacto.«La mujer denominada clitoridiana», afirmó Tordjman a EL PAÍS, «es infinitamente más agresiva que la capaz de un orgasmo profundo. Privilegiar el clítoris es una forma de prescindir del hombre. Las mujeres que tienen un orgasmo profundo poseen también una relación más estructurada, más completa, con el hombre». Pese a ello, Tordjman no desvaloriza ninguno de los tipos de orgasmo. Por el contrario, afirma que el error de Freud, «que tuvo la idea genial de ver los dos sistemas», fue precisamente «infravalorar el sistema superficial» (denominado por Freud clitoridiano).

Para el profesor Manuel Valdés (autor de La confusión de los psiquiatras), «los hallazgos de Gilbert Tordjman son investigación básica, de la cual es posible sacar consecuencias más o menos inmediatas en todos los órdenes, con la esperanza que, desde luego, afecten al nivel terapéutico. Tordjman, de momento, nos da una base científica y fisiológica muy sólida para entender hechos que hasta ahora eran únicamente empíricos, como la preferencia por la masturbación en determinadas mujeres. Formas de proceder, rigurosamente científicas, como las de Tordiman son las que permiten prestigiar a la sexología, especialidad que fue tabú y ahora a veces está afectada por aprendices de profeta o por gente que se limita ajugar con las ideas».

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