Representación de "El perro del hortelano", de Lope de Vega
«Con la puesta en escena de la obra de Lope de Vega El perro del hortelano y de obras de otros autores clásicos españoles pretendemos básicamente dos cosas: desacralizar el conceptor de teatro clásico y, en segundo lugar, llevarlo hasta las últimas consecuencias mostrándolo en toda su profundidad, tanto temática como formal», declaró Juan Antonio Castro, adaptador de cerca de quince piezas de teatro clásico español. Para él y para Manuel Canseco, que lleva dirigiendo teatro clásico más de cuatro años, su trabajo tiene sentido porque «ayuda a que desaparezca ese respeto reverencial por este tipo de teatro».Ambos, el primero como autor de la versión y, el segundo como director de la Compañía Española de Teatro Clásico, compañía estable titular del Real Coliseo de Carlos III, de El Escorial, rescatado de las ruinas hace menos de un año, han asistido en Almagro a la puesta en escena de El perro del hortelano, de Lope de Vega.
Muchos son los que afirman que el teatro clásico no ha perdido vigencia, pero ¿cuáles son las claves a la hora de aplicar estas formulaciones teóricas acuñadas por críticos, catedráticos y especialistas? ¿Con qué dificultades se encuentra el intermediario, el que realmente tiene que poner al público en contacto con la obra o el autor clásico? «Desde el punto de vista de la dramaturgia», dice Juan Antonio Castro, «el adaptador, y este es mi caso, debe pretender que no se note descaradamente su acción sobre el lenguaje. Naturalmente, en muchos casos hay que cambiar versos para adaptarlos a las exigencias del lenguaje moderno.
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