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Las galerías fotográficas

Las dos galerías de fotografía que existen actualmente en Madrid han madrugado. La semana pasada nos referíamos a la exposición de Raoul Hausmann en la Photo-Galería; hoy hemos considerado más oportuno hacer algunas consideraciones -amargas por lo general- sobre el estado de este sector minoritario y pionero, a propósito de la exposición de Enrique Amezquita y Pepe Fuentes en Redor-Canon. Se trata de dos jóvenes fotógrafos todavía un tanto «crudos», digámoslo así, pero al fin y al cabo, si la fotografía española «de arte » adolece de cierta pobreza de recursos y, sobre todo, de una dosis considerable de mimetismo respecto a modelos extranjeros difundidos a través de las revistas especializadas, se debe precisamente a las mismas razones por las que en Madrid las galerías de fotografía son tan escandalosamente raras y sus iniciativas minusvaloradas. Esas razones pueden reducirse a tres y principales: el desinterés del mercado artístico convencional por la fotografía, el que demuestran a su vez las instituciones oficiales destinadas a la promoción cultural y la incuria en que se encuentra la enseñanza de la fotografía, con todo lo que ello comporta. No olvidemos, por otra parte, que para mucha, muchísima gente, la práctica de la fotografía sigue estando vinculada exclusivamente a los bautizos, las vacaciones y los periódicos.Falta de coleccionistas

En lo que atañe a las galerías de fotografía, el problema más grave es, sin duda, la falta de coleccionistas. Según Tino Calabuig, director de Redor-Canon, no existe todavía una clientela habitual, sino azarosa y espontánea, resistente además a la idea de que una fotografía firmada por su autor pueda alcanzar un precio mucho mayor del que se paga por una copia en laboratorio. De ahí también, obviamente, el que las cotizaciones de algunos fotógrafos americanos nos resulten casi increíbles. Y, sin embargo, el mercado fotográfico está cobrando en los Estados Unidos un volumen desmesurado, mientras que aquí no consigue apenas sobrevivir, pese a los precios más que modestos de nuestros fotógrafos.

La rutina de los coleccionistas tradicionales viene a sumarse a la de los órganos culturales del Estado, que se pone de manifiesto tanto en lo que se refiere a la conservación del patrimonio fotográfico como a la promoción popular de la fotografía en cuanto medio de expresión gráfica. Baste con decir que no sabemos casi nada de la historia de la fotografía española y que, al amparo de esa misma ignorancia, centenares de archivos y colecciones se están dispersando o destruyendo impunemente, privándonos además de la preciosa información histórica, etnológica y sociológica que en ellos se encerraba, testimonio de lo que ya se aproxima a ciento cincuenta años de vida cotidiana, porque no en vano la traducción al castellano del libro de Daguerre se llevó a cabo de modo inmediato y con extraordinario éxito editorial en 1839. Precisamente para esta temporada la galería Redor-Canon prepara una exposición modesta, pero ejemplar: la de un fotógrafo de principios de siglo, Escobar, ante cuya cámara desfiló la historia pública y privada de todo un pueblo manchego.

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