Salamanca, una larga ralación de fustraciones
La Salamanca monumental y universitaria corre el riesgo de perder buena parte de su patrimonio artístico y ya ha perdido casi todo el influjo cultural que en épocas anteriores ejerció sobre la ciudad la histórica universidad salmantina. El alcalde de la ciudad llamó la atención, hace pocos días, sobre el primer problema: «Decir que la monumentalidad puede perderse es una alarmante verdad que no debe silenciarse por más tiempo.» La huella cultural del alma mater se convirtió hace ya tiempo en una sombra tan sólo advertida por otro tipo de razones, más económicas que ilustradas.Aunque la piqueta, el abandono o la ruina se llevaron piedras ilustres por delante, y amenazan con llevarse otras, durante los últimos años se revitalizaron viejas costumbres y aficiones. El interés por el folklore se concretó en la recuperación de la gaita y el tamboril como elementos de la fiesta y la expresión popular, en el rescate de los trajes típicos abandonados en los arcones, en el trabajo de Angel Carril y Pilar Magadán, que han recorrido la provincia y los cancioneros en busca de melodías autóctonas que luego divulgaron en solitario o con el coro de «voces blancas», que dirige la profesora gallega.
Las frustraciones culturales de Salamanca forman una larga relación. Desde el Premio Alamao de Poesía, que suprimió el Ministerio de Cultura a poco de su creación, en compañía de la revista y la colección de libros de igual nombre, hasta la inactividad de la cátedra de teatro de la Universidad -años atrás punto de cita de las manifestaciones dramáticas más progresivas del país- o la desaparición de Concejo, una publicación quincenal que trató de remover las provincianas y sosegadas aguas salmantinas y que acabó ahogada en su deficiente economía tras sólo seis números de existencia.
Pero también han existido en los últimos años aspectos gratificantes. El nuevo Ayuntamiento de la capital, pese a no haber organizado el ya tradicional concurso de trajes típicos de la provincia, ha prestado atención a otros aspectos culturales -teatro y recitales de música, por ejemplo- y ha aprobado un plan de bibliotecas para todos los barrios de la ciudad. En el próximo mes entrará en funcionamiento una escuela de cine para niños, que tratará de introducir a éstos en el lenguaje cinematográfico. Los cineclubs y la filmoteca realizaron, años atrás, una labor similar entre un público distinto. Pero el éxito del cineclub Fecum finalizó al desaparecer la censura, y el Ministerio de Cultura no tuvo interés en mantener las sesiones de la filmoteca.
Sí suscitó interés la creación de la Asociación de Artistas Salmantinos, tanto por lo que podía tener de colaboración entre sus miembros como por lo que podría significar su intervención en algunos asuntos de una ciudad siempre amenazada en su patrimonio artístico. También la Asociación de Amigos de Salamanca se ha manifestado públicamente en defensa de la riqueza monumental de la población. Y el instituto de cultura Alfonso X el Sabio ha organizado distintas actividades que encontraron en muchas ocasiones, y lamentablemente, más eco entre los medios informativos que entre el público.
También se registran algunos esfuerzos meritorios en la provincia. En la Armuña ha conseguido arraigarse el festival de trajes de la comarca y el de canción rural. En Ciudad Rodrigo se espera que la creación de Interpeñas revitalice el carnaval microbrigense, recuperando antiguas tradiciones de la fiesta y potenciando otras.
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