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Dos familias de la RDA se fugan a Occidente en un globo de fabricación casera

Dos familias de la República Democrática Alemana lograron pasar a la Federal en un vuelo de veinte minutos a bordo de un rudimentario globo confeccionado por ambas durante año y medio. Esta ha sido la fuga más espectacular de un lado a otro de la línea de demarcación desde que se construyó el muro berlinés, hace dieciocho años.

El técnico de vuelos del Ejército popular Hans Peter Streizek, de 37 años, y el maestro albañil Guenter Wetzel, de veinticuatro, reunieron todos sus ahorros y adquirieron hace dieciocho meses una casa de campo a unos veinte kilómetros de la frontera con la RFA. Desde entonces, sus mujeres se dedicaron a reunir retales de seda suficientes como para confeccionar el globo, de veinte metros de diámetro. Una plancha de acero y cuatro bombonas de gas butano completarían el equipo técnico. Tras un vuelo fracasado, por falta de gas, en el pasado mes de julio, los cuatro adultos acomodaron a sus cuatro hijos en el centro de la plancha, al lado de las bombonas, y ellos se amarraron a la plataforma. El domingo, de madrugada, comenzó esta aventura, que terminó veinte minutos después en un campo de cereal del pequeño pueblo de Naila, en la Alta Franconia.La policía de este pueblo pensó que se trataba de un objeto volante no identificado o de un avión que caía a tierra como consecuencia de una avería. El globo casero había alcanzado una altura de casi dos mil metros y una velocidad de cuarenta kilómetros por hora.

Al ser interrogados por la policía, los fugitivos declararon que habían huido por motivos ideológicos y que en la RDA disfrutaban de un status aceptable que les había permitido tener casa y coche propios, además de la casa de campo adquirida para preparar en ella su aventura. Sin embargo, según ellos, no podían silenciar ya a sus hijos sus diferencias de ideología respecto de la dominante en el país.

Entre las fugas más ingeniosas desde la RDA, comparable a la de las dos familias de Turingla, se recuerda en la RFA la de un ingeniero de Dresde, que en los años sesenta escapó del régimen de Walter Ulbricht con un submarino de bolsillo, construído por él mismo con unas planchas de latón e impulsado con un motor de motocicleta. La pasada semana huyó de Berlín oriental la familia del conductor del embajador norteamericano, ocultándose en el capó del coche oficial de éste.

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