La producción tabaquera española alcanzará las 45.000 toneladas en 1984

La producción española de tabaco se incrementará progresivamente en 12.000 toneladas durante los cinco próximos años, hasta conseguir 45.000 toneladas anuales, según prevé el Plan de Expansión y Fomento del Cultivo del Tabaco, que el ministro de Agricultura, Jaime Lamo de Espinosa, presentará en el Consejo de Ministros el próximo viernes.

Se trata de un plan quinquenal, que supone el incremento de 7.500 hectáreas en la superficie cultivada y la creación de 4.000 nuevos puestos de trabajo, preferentemente en Extremadura, Andalucía y Canarias. Se contempla en él la posibilidad de aumentar su vigencia en el tiempo necesario para alcanzar una producción anual próxima a las 55.000 toneladas anuales, objetivo de la Administración de cara al ingreso español en la Europa comunitaria.El plan del Ministerio de Agricultura persigue el fomento de la producción en el sector privado, mediante la concesión de créditos y subvenciones para promoción de cultivos (fundamentalmente para construcción de secaderos), de cara a una mejora de calidades.

La potencialidad productiva de España en el sector tabaquero es muy elevada y, por supuesto, muy superior a su actual utilización, según asegura un informe reservado sobre la situación del sector, elaborado por la Administración y al que ha tenido acceso EL PAIS. Estudios recientes, dice el documento, revelan las especiales condiciones de determinadas comarcas, de la Península para la producción de tabaco tipos Burley y Virginia; en la cornisa cantábrica y en algunas zonas de las islas Canarias se dan también condiciones óptimas para la producción de tabacos oscuros para cigarros. El único factor que limita la producción tabaquera española son las posibilidades de venta o salida del producto, que actualmente dependen en exclusiva de Tabacalera, SA, y sin un marco proteccionista (como el que ofrece, por ejemplo, la CEE) no cabe pensar, por, el momento, en exportaciones. Cuando España sea miembro de pleno derecho de la CEE puede preverse que TSA seguirá siendo el principal consumidor de los tabacos españoles, pero podrían exportarse a los países comunitarios cantidades apreciables de los tipos, Burley y Virginia, especialmente.

Razones para la expansión

Según aclara el informe de la Administración, existe una serie de razones por la que la expansión del cultivo del tabaco hasta el límite de sus posibilidades de utilización industrial resulta de interés preferente para la economía agraria del país: el tabaco, por el corto período de tiempo que ocupa el terreno de asiento, permite alternativas racionales de cultivo; el gran empleo de mano de obra (más de mil horas de trabajo por hectárea cultivada), fundamentalmente en trabajos de posrecolección, lo hace especialmente indicado para combatir el paro agrícola en las regiones más empobrecidas; se adapta especialmente a explotaciones de carácter familiar, y estabilizaría o haría descender el volumen, siempre en aumento, de las importaciones que realiza TSA, mejorando ostensiblemente la situación de la balanza comercial.Falta también una vinculación de los sectores afectados a los acuerdos y decisiones de la Junta Superior Coordinadora de Política Tabaquera (JSCPT). A pesar de que en todas las convocatorias de cultivo la Junta determina precios, superficies, tipos y rendimientos, en muchas ocasiones TSA no invierte el volumen de la cosecha en la fabricación de sus labores, lo que da lugar a una acumulación de stocks, que plantean graves problemas de financiación y almacenamiento.

El hecho de que TSA dependa administrativamente del Ministerio de Hacienda confiere a este organismo un carácter predominantemente fiscal, según reconoce el informe; «y para nada se tienen en cuenta la problemática agraria del país y los grandes efectos económicos a que puede inducir una actuación de la industria más consonante con el interés general».

La clara vocación importadora de TSA ha originado el proceso de descolonización que vive el sector. En el período 1963-1978, el consumo nacional ha aumentado un 83% (prácticamente se ha duplicado); mientras el de cigarrillos rubios se ha quintuplicado, el de negros sólo ha aumentado en un 60%. En ese período, los cigarrillos importados han triplicado su importancia y los elaborados por TSA (tanto negros como rubios) han registrado un descenso moderado.

El auge experimentado en la producción de cigarrillos rubios se debe fundamentalmente a los contratos suscritos por TSA con PM y L&M para fabricación bajo licencia de las labores Fortuna y Florida. En ninguno de ellos se ha impuesto como condición la utilización del tabaco en rama nacional en determinadas proporciones; «contratos análogos suscritos en otros países», asegura el informe, «no han tenido un olvido tan absoluto de sus intereses agrícolas nacionales». Denuncia el documento que las relaciones del monopolio con la industria canaria no contemplan la problemática global de aquella región, y olvidan la economía agraria de las islas, manteniendo una política comercial, que tiende a orientar el consumo hacia las labores de tabaco rubio de importación o de fabricación bajo licencia, y no se hace esfuerzo alguno por promocionar o impulsar labores de tabaco negro, de clara implantación popular

Medidas a adoptar

Según recoge este informe reservado, la Administración es consciente de la necesidad de promocionar al máximo el potencial productivo nacional; de cara al ingreso español en la CEE, debe establecerse un plan de reducción del volumen físico de las importaciones de TSA a un 5% anual durante los próximos seis años, ordenando a TSA una campaña de promoción comercial en favor de los cigarrillos negros y obligándola a revisar los contratos con PM y L&M, promoción por parte de TSA de estudios tecnológicos que permitan una mayor utilización del producto nacional. Todo ello, junto al objetivo perfectamente alcanzable de 50.000 toneladas de producción nacional, que persigue el Ministerio de Agricultura mediante una moderada expansión de los actuales tipos cultivados y la promoción de cultivo de otros nuevos.Tras la adhesión española a la CEE habrían de cambiar fundamentalmente las estructuras del sector, adaptándolas a las normas vigentes en ella y aprovechando su mercado. La organización en las islas Canarias tendrá que ser para entonces idéntica a la de la Península.