País Valenciano: entre la polémica y la recuperación
Entre el catalanismo y el castellanismo, la cultura valenciana se abre paso potenciada por los fervores autonomistas, con buenos resultados educativos y perversiones ultraconservadoras del nacionalismo folklórico, en busca de su identidad y con un notable incremento de sus producciones. Desde Valencia informa .
El carácter bicéfalo de la cultura valenciana se sitúa en el fondo de la reiterada polémica sobre sus señas de identidad, gestada en el campo estricto cultural durante la última fase del franquismo y trasladada al debate político, cuando las fuerzas electorales, descubrieron en sus argumentos posiciones para obtener votos.La influencia castellana por un lado, resultado de la pérdida de los fueros en la batalla de Almansa arrebatados por las lanzas de la monarquía centralista, ejerció sobre la comunidad valenciana una constante presión. La lengua autóctona, entre otros elementos, quedó relegada a las capas populares que no accedieron a la promoción social y política ofrecida por la villa y corte a los grupos sociales dispuestos a actuar de paladines de la castellanización.
Pero la opresión centralista no erradicó el proceso de conciencia nacional que surgió a finales del siglo XIX en sintonía con el del Principado de Cataluña, comunidad ligada históricamente al antiguo Reino de Valencia por su pertenencia a la Corona de Aragón. El trasvase cultural realizado entre ambos pueblos por razones de lengua hizo que el «catalanismo» se transformara en enseña de los resistentes valencianistas, dispuestos a quitar posiciones a los centralistas y recuperar el nacionalismo desde posturas de izquierda.
Con la mirada partida, así pues, entre Madrid y Barcelona el País Valenciano sigue a la búsqueda de una identidad propia, configurada ya en parte, mal que pese a unos y a otros, como una comunidad que ha dado estimables valores castellanoparlantes y catalanoparlantes o valencianoparlantes -conceptos que vienen a significar lo mismo, pero cuya utilización varía según la posición política del interlocutor-, aunque las expectativas de este proceso reforzarán más la cultura valenciana, necesitada de un apoyo especial por la desigualdad con que compitió con la castellana.
La histeria, que politiza y tergiversa cualquier iniciativa cultural etiquetada, al poco de conocerse, de catalanista, es decir, de imperialista y foránea, o de valenciana (a veces se señalan así manifestaciones culturales de pandereta) dificulta enormemente el proceso de recuperación y la estabilización de la cultura nacional en el marco del futuro Estatuto de Autonomía. Puede incluso que en el corto tramo del proceso autonómico esta confusión se haya acentuado, al aparecer nuevos sectores nacionalistas, que se apropiaron de los métodos organizados de los resistentes nacionalistas para redefinir el valencianismo desde posiciones conservadoras,
En ello ha colaborado la desmovilización creciente y el desencanto generalizado que caracteriza la vida política desde Vinaroz a Orihuela. Quedaron archivadas las numerosas concentraciones (aplecs) organizadas en las comarcas para reivindicar las libertades nacionales al son de los grupos de música populares (Al - Tall, Lluis Miquel, i 4 Z y Lluis El Sifoner ... ) que continúan investigando, ahora profesionalizados, el desarrollo de la cançó.
Sin embargo, el desencanto y la crispación no han limitado los buenos resultados alcanzados en el campo de la enseñanza en valenciano. Unos 10.000 alumnos pasaron por loscursos crganizados por el ICE para poder impartir clases en valenciano. Durante el pasado curso entró en funcionamiento al plan experimental animado por unos cuatrocientos profesores en los primeros niveles de la enseñanza, mientras para este curso todavía el panorama está por despejar, pese al decreto del bilinguismo, pues, mientras no lo desarrolle la correspondiente orden ministerial, puede dejar en el aire el avance.
El mundo de la edición no se ha visto favorecido por la autonomía y más bien la crisis afectó a algunas editoriales que debieron recortar alas. Con una producción aproximada de cien libros en catalán el pasado año en el País Valenciano y el relanzamiento de los Premis Octubre persisten los buenos resultados de la resistencia antifranquista que bajo la pluma de Joan Fúster se han apiñado en torno a la nueva revista L'Espill. Mientras, entre las filas de la edición castellana y bilingüe, los Premios Prometeo, apadrinados por el escritor Juan Gil-Albert, refuerzan posiciones abiertas a nuevos campos, como la narrativa, poco investigados hasta ahora por los catellano-parlantes. El gran premio de las letras catalanas Vicent Andrés Estellés ha honrado al mejor poeta valenciano.
De la misma forma que la cançó se adaptó a la nueva situación política, en el teatro los grupos independientes intentaron integrarse en un sistema regularizado de producción. Pero la imposibilidad de encontrar vías de trasvase ha disuelto a los más y en muchos casos quedaron sometidos a hibernación, a excepción del equipo que promueve el Teatro Estable.
El cine ofreció por primera vez en esta fase política un producto comercial, de nulo interés artístico, vindulado al despertar valencianista de los sectores adormecidos por las décadas del centralismo. Bajo la dirección del valenciano Vicente Escrivá se adaptó a la pantalla el sainete de Bernat i Baldoví El virgo de Vicenteta, que estuvo en candelero largas semanas, apoyado por un público convencido deque ser autonomista consiste solamente en reivindicar el valenciano utilizado para los chistes, la paella y las danzas regionales.
Falta prensa regional
De contar con una prensa adecuada, el proceso de recuperación habría podido superar numerosas dificultades creadas por la falta de debate político y por la desinformación. El País Valenciano ofrece uno de los índices más bajos de lectura de prensa regional. Sólo 56 valencianos de cada mil leen cada día un ejemplar de alguno de los cinco diarios editados en la región, que tiran globalmente 106.000 ejemplares. Sin embargo, lo que podría interpretarse como falta de interés por la prensa escrita no es así, ya que en las tres provincias se compra prensa de Madrid, casi en un porcentaje equivalente al 50% de la tirada de la prensa valenciana. Es decir, que cuarenta mil y pico valencianos compran prensa madrileña porque no tienen en Valencia un diario de factura moderna y europeísta, al tiempo que autonomista, aparte del interés informativo que siempre despertó la actualidad de Madrid, por las relaciones de dependencia creadas.
Las expectativas en este terreno proceden del interés de diversos grupos económicos y culturales por editar un diario regional, junto a la consolidación del único semanario creado durante el proceso autonómico (Valencia Semanal) y la regionalización del centro televisivo de Aitana.
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