Manifestación en Berlín pidiendo vías para bicicletas
Casi setenta ciclistas se han reunido el sábado, de madrugada, en el control fronterizo de Staaken, en Berlín occidental, para iniciar el recorrido que une la ciudad con la República Federal de Alemania, siguiendo el único corredor aún transitable para biciclos. Los otros dos trayectos de tránsito a través de la República Democrática Alemana son autopistas reservadas a vehículos a motor.La etapa, de 242 kilómetros, debía ser pedaleada en un máximo de veinticuatro horas, tiempo autorizado por el visado de tránsito que acuerda la RDA a todos los usuarios de los corredores, Doce horas han bastado. A media tarde llegaba el convoy a Lauenburg, donde se encuentra el control de salida de la RDA y final de la primera etapa del viaje. El domingo los ciclistas han seguido hasta Gorleben, futuro basurero nuclear de la RFA.
El corredor Berlín-Lauenburg debe desaparecer en los años ochenta, cuando sea sustituido por una autopista planeada que unirá la antigua capital alemana con Hamburgo. Contra esta desaparición han querido protestar los ciclistas pertenecientes al movimiento ecológico.
Ello explica también la elección del término del viaje. Gorleben, la pequeña ciudad bajosajona, está predestinada a albergar en su término la futura y muy contestada planta almacenadora y reelaboradora de combustible nuclear del plan atómico alemán occidental. El viaje de los setenta ciclistas es un signo más del ofensivo renacimiento de la bicicleta como medio de locomoción alternativo en la RFA.
Dos tercios de los habitantes de la RFA poseen una bicicleta, Casi cuatro millones de unidades fueron vendidas el año pasado. Pero la mayoría de ellas, durante los años sesenta y setenta, en pleno boom del coche y de la autopista, habían sido utilizadas como pasatiempo del final de semana. Paralelo a la aparición de los comités de ciudadanos contra planes atómicos o viales se ha desarrollado una nueva conciencia del transporte. En la misma medida en que se señalaban los peligros de la energía atómica, se desarrollaba un sentido crítico contra una urbanística que hace prevalecer el automóvil. En Berlín, por ejemplo, donde se han construido decenas de kilómetros de autopistas urbanas, las vías reservadas a los ciclistas han pasado, entre 1945 y 1979, sólo de 290 a 360 kilómetros, y aún la mayor parte de ellos se encuentran en las zonas periféricas.
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