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Reportaje:

Proliferación de investigaciones arqueológicas en la provincia de Cuenca

Equipos de cuatro universidades españolas estudian los restos de culturas primitivas

En la provincia de Cuenca hay no menos de quinientos puntos de interés arqueológico, de los que se ha seleccionado esta veintena por considerar que los posibles descubrimientos que en ellos se produzcan pueden aportar nuevos datos al conocimiento de nuestra historia o cubrir lagunas ahora existentes en dilatados períodos de tiempo.La investigación arqueológica ha encontrado en los últimos años un excelente campo en esta provincia, que, por su situación geográfica, fue paso obligado para las diferentes culturas que poblaron la Península y refugio permanente de algunos pueblos de los que sólo ha trascendido su nombre. Esta circunstancia se refleja en la variedad cronológica de los yacimientos, que abarca desde el paleolítico superior a la época árabe, con un amplio muestrario de hallazgos, algunos de importancia excepcional.

Destacan, en especial, las ciudades iberorromanas de Valeria, Segóbriga y Ercávica, las dos últimas objeto de múltiples polémicas sobre su exacta localización, atribuida a lo largo de los siglos a muy diferentes lugares, pero que hoy parecen definitivamente situadas en esta provincia: Segóbriga, cerca de Saelices, al borde de la carretera nacional III, y Ercávica, junto al pueblo de Cañaveruelas, próximo al pantano de Buendía. En los tres casos citados, los trabajos arqueológicos han permitido descubrir restos de las antiguas ciudades, además de notables piezas escultóricas, cerámica, monedas, ajuares familiares, enterramientos.

Cuatro universidades españolas y el Museo de Cuenca son los responsables de los trabajos actualmente en marcha. Cualquier entidad científica o investigadora puede solicitar un permiso de excavaciones, cuyos gastos son sufragados íntegramente por el Estado.

De esta forma, equipos de la Universidad Complutense, de Madrid, están trabajando en Segóbriga desde hace varios años, habiendo avanzado extraordinariamente en la restauración de esta importante ciudad, Caput Celtiberiae, cabeza de la Celtiberia, como la llamó Plinio. La misma Universidad investiga el Abrigo de Verdelpino, cerca de Valdecabras, en el camino de Cuenca a la Ciudad Encantada, un yacimiento con restos del paleolítico superior datados por el carbono-14 en 12.000 años antes de Cristo, y en el que también se han encontrado las más antiguas señales del neolítico europeo. Por último, otro equipo de la Complutense investiga un poblado de la Edad del Bronce, cerca de El Recuenco.

Otro poblado de la Edad del Bronce, junto al que hay una necrópolis de la Edad del Hierro, en La Hinojosa, ha sido adjudicado para su estudio en la Universidad Autónoma de Madrid, que también tiene destacado otro equipo para conocer las características de un yacimiento del Bronce en Quintanar del Rey.

Investigadores de la Universidad de Valencia trabajan en Valhermoso de la Fuente, en un poblado tardo-romano, período que originó en esta provincia el nacimiento de importantes villas residenciales.

Muy variado, cronológicamente hablando, es el campo investigador que corresponde a la Universidad de Barcelona, uno de cuyos equipos trabaja en un poblado de tumultos de la Edad del Bronce, en Landete, mientras que otros dos, especializados en el período visigótico, actúan en Belmontejo y Villares del Saz.

Programa del Museo

Por su parte, el Museo de Cuenca lleva adelante un amplio programa que abarca igualmente épocas muy dispares, desde las necrópolis de Villar del Horno y Reillo, ambas de la Edad del Hierro, esta última con hallazgos de curiosas figuras escultóricas de animales (un carnero con tres serpientes, cabecitas de carneros) o poblados enteros del mismo período, como los de Bonilla o el interesantísimo de Barchín del Hoyo, construido en el siglo V a. de C. y abandonado dos siglos después, y que ya ha sido declarado de utilidad pública para garantizar su exploración y conservación. Equipos del Museo continúan trabajando en las grandes ciudades iberorromanas de Valeria y Ercávica, ambas sedes episcopales durante la época visigoda, y en las villas tardo-romanas de Albalate de las Nogueras y Carrascosa de Haro.También es competencia del Museo de Cuenca la investigación sobre las ruinas del Castillo de Cuenca, comenzada en 1975 e interrumpida en estos momentos por insuficiencia de dotación presupuestaria. El castillo fue construido en tiempos árabes, reforzado tras la conquista cristiana y mandado destruir por los Reyes Católicos, quedando en pie sólo algunos fragmentos de las murallas. Las excavaciones han permitido descubrir parte de los cimientos de la construcción musulmana primitiva, así como otros espacios posteriores, en especial un curioso alfar de cerámicas del siglo XVII.

A juicio del director del Museo de Cuenca, Manuel Osuna, esta proliferación de investigaciones arqueológicas es posible porque «ésta ha sido una provincia abandonada y olvidada, y tan pronto como se ha puesto un poco de atención en ella ha sido posible descubrir que aquí hay un campo prácticamente virgen, que permite una programación arqueológica completa, desde que el hombre apareció en esta tierra hasta los tiempos más recientes, pero además, y por la situación geográfica de Cuenca, se pueden encontrar notables líneas de nfluencias y relaciones con las culturas próximas, del mundo andaluz, el levantino o la meseta, y ello enriquece el conocimiento de los grandes períodos históricos».

Todas las piezas encontradas en los yacimientos pasan a formar parte del propio Museo de Cuenca, situado en la capital de la provincia, en un edificio posiblemente del siglo XIII, hoy completamente restauradoen las proximidades de la plaza Mayor.

Los traslados al Museo de estas piezas suelen producir cierto descontento en los pueblos donde se encuentran situados los yacimientos. Sólo uno de ellos, el de Segóbriga, dispone de su propio Museo, que sirve para una primera clasificación de las piezas, de las que se seleccionan las más valiosas para su traslado al Museo Provincial. Según las disposiciones vigentes, el Estado se responsabiliza sólo de la conservación de instalaciones declaradas de utilidad pública, lo que ya ocurre en el caso de Segóbriga y en Barchín del Hoyo, estando en tramitación las de Ercávica y Valeria, puntos todos que podrán disponer de sus propios museos locales, aunque instalados dentro de las poblaciones modernas y no sobre los mismos yacimientos, situados, por lo general, en pleno campo y lejos de los medios de vigilancia y cuidado imprescindibles.

La investigación arqueológica o de cualquier otro tipo sería insuficiente si no existiera la complementaria labor de publicaciones que fijen y analicen los hallazgos producidos. El Patronato del Museo de Cuenca, que preside el gobernador civil de la provincia, y del que forman parte la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la capital, con aportaciones económicas de la Caja de Ahorros, lleva a cabo la edición de una interesante serie de libros, bajo el título genérico de Arqueología conquense. Cuatro volúmenes se han publicado ya, el último en fecha muy reciente: Ercávica 1: aportación al estudio de la romanización de la meseta, Un alfar de cerámicas populares del siglo XVII en Cuenca, Valeria Romana I y El poblado de la Edad del Bronce de El Recuenco (Cervera del Llano).

Están terminados ya los estudios correspondientes al poblado de la Edad del Bronce de Parra de las Vegas y las memorias de las investigaciones sobre el poblado de túmulos de Landete y Valeria medieval.

A este capítulo de publicaciones hay que añadir los numerosos artículos monográficos aparecidos en revistas especializadas y que han convertido, en los últimos años, a la provincia de Cuenca en punto de referencia obligado en el apasionante estudio de nuestro pasado, remoto y próximo.

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