España reconoce al nuevo Gobierno
En una breve ceremonia, España hizo patente ayer por la mañana su reconocimiento y apoyo a la Junta de Reconstrucción Nacional. Tres ministros del nuevo Gabinete, Ricardo Coronel, de Reforma Agraria; Miguel Vigil, de Vivienda, y Noel Vivas, de Comercio, recibieron una nota del embajador Pedro Manuel Aristegui, en la que el Gobierno español «fraternalmente comparte la preocupación por el sufrimiento del pueblo nicaragüense y empeña su mejor propósito en la ayuda al nuevo Gobierno, en su labor de reconstrucción nacional».La embajada de España en Managua recibió instrucciones muy precisas para ofrecer su apoyo inmediato a la Junta y al nuevo Gobierno. El personal diplomático de la representación española ha participado muy activamente en esta etapa de transición. Las relaciones de los diplomáticos españoles aquí con representantes de la oposición, que ahora se convierten en Gobierno, fueron muy estrechas en las últimas semanas. Incluso estaba previsto que la embajada interviniera, si llegaba el caso, en el proceso de traspaso de poderes. Esto no ha sido necesario porque, sencillamente, los anteriores gobernantes han desaparecido.
Mientras los guerrilleros trataban de convencer a los guardias que aún no se habían rendido para que lo hicieran, con la promesa formal de respetar sus vidas, el propio centro español de Managua sirvió de refugio a muchos de estos soldados, trasladados en algunos casos por el propio personal de la embajada, después de intervenir como mediadores para lograr su rendición.
Un ex general del Ejército somocista Manuel Sandino, pasado a la reserva en las horas previas a la dimisión de Somoza, nos manifestó ayer que muchas unidades no pudieron recibir la orden de rendición hasta muy tarde. Sandino, quien había estado en comunicación con la Junta de Reconstrucción Nacional y al que se consideraba como uno de los posibles autores de un planeado golpe militar para derrocar a Somoza, criticó ácidamente a Federico Mejía, director de la Guardia Nacional, por su cobardía al huir precipitadamente del país, sin ni siquiera cursar órdenes concretas a sus soldados.
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