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Nuevos ataques al tratado SALT II en el Senado estadounidense

El nuevo tratado sobre limitación de armamento estratégico (SALT II) está tan plagado de ambigüedades que permitirá a la Unión Soviética alcanzar, en 1985, la superioridad nuclear sobre Estados Unidos, en opinión de uno de los principales enemigos del acuerdo, Paul Nitze, que declaró ayer ante el Senado norteamericano.

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Paul Nitze, un antiguo subsecretario de Defensa que fue negociador del tratado SALT II, desencadenó ayer el primer ataque directo contra el nuevo acuerdo de limitación de armas estratégicas, que fue firmado solemnemente en Viena por Carter y Brejnev, el mes pasado, y que debe ser ratificado por la Cámara alta del Congreso estadounidense.En su testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores, que preside el senador Frank Church, el antiguo miembro de la Administración Nixon recomendó abiertamente que el Senado introduzca enmiendas en el texto del SALT II, para evitar, que los soviéticos obtengan una superioridad militar en cuestión de tres años, o, con seguridad, en un plazo de seis.

Tras calificar la conducta de Estados Unidos en el mundo actualmente como «débil y vacilante», Nitze urgió a los senadores que impidan cualquier tipo de acuerdo con la URSS que suponga ventajas estratégicas para Moscú, aunque ello suponga la adición de enmiendas y nuevas negociaciones con los soviéticos. La Administración Carter necesita el voto favorable de 67 de los cien senadores para ver ratificado el SALT II.

La Junta de Jefes de Estado Mayor había testificado el día anterior ante el mismo comité senatorial para prestar su apoyo, no demasiado entusiasta y con reservas, al tratado sobre limitación de armas estratégicas con la URSS. El general de la fuerza aérea David Jones, que es presidente de la Junta, dijo que el SALT II es un paso «modesto, pero útil».

Los cinco jefes militares señalaron claramente que el acuerdo de limitación de armas estratégicas «no resuelve el problema completamente». La Junta de Jefes de Estado Mayor señaló, en una declaración cuidadosamente redactada, que, «con o sin tratado SALT, Estados Unidos necesitará hacer mucho más de lo que ha venido haciendo en los últimos años para modernizar sus fuerzas estratégicas antes de que la superioridad soviética se convierta en realidad irreversible».

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Después de las vehementes declaraciones en favor del SALT II hechas a principios de esta semana por Cyrus Vance y por el secretario de Defensa, Harold Brown, las palabras de los altos jefes militares sonaron bastante frías.

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