Edificios resistentes a terremotos de diversos grados
Con independencia de los serios avances que está experimentando la predicción sísmica en numerosos países del mundo, mediante el estudio cada vez más riguroso de la tectónica de placas y de todos aquellos signos de cambio o alteración que se observan con anterioridad a la producción de terremotos, la Administración de numerosos países, incluido entre ellos España, está creando normas a tener en cuenta en la construcción de edificios capaces de prever los efectos de los movimientos sísmicos de diferentes gradaciones. Informa
«Los edificios, según las normas de sismorresistencia -explica a EL PAIS Gonzalo Payo, director del Observatorio Geofísico Central de Toledo- tienen que poder oscilar sin desplomarse... o ser tan pequeños que no les afecten las oscilaciones.» Existen unas normas sísmicas que obligan a las empresas constructoras a edificar de acuerdo con los máximos coeficientes de seguridad. «Se trata de unas leyes matemáticas muy complejas», explica el especialista, leyes que ya son impuestas por la Administración de numerosos países.En España, en el mes de mayo de 1962, fue creada, por orden de la presidencia del Gobierno, la comisión Ministerial de Normas Sismorresistentes con la misión de redactar una Norma Española. Esta Norma Sismorressistente es de «aplicación en el proyecto, construcción y explotación de las obras y servicios del territorio nacional, cualquiera que sea su clase y destino... Las normas o instrucciones que se refieren a estructuras especiales tendrán en cuenta como mínimo las prescripciones sísmicas de índole general contenidas en esta norma y las específicas que sean necesarias para el correcto planteamiento del problema sismorresistente».
En efecto, las normas distinguen cuidadosamente todos los grados de la escala MSK, desde el grado 1, en el que «la sacudida no es percibida por los sentidos humanos, siendo detectada y registrada solamente por los sismógrafos», hasta esos otros niveles en los que el sentir humano se convierte en patrón de referencia comparativa para la medición: «Grado VIII: Miedo y pánico general, incluso en las personas que conducen automóviles. En algunos casos se desgajan las ramas de los árboles ... ; Grado XII: Prácticamente se destruyen o quedan gravemente dañadas todas las estructuras, incluso las subterráneas. La topografía cambia. Grandes grietas en el terreno con importantes desplazamientos horizontales y verticales. Caídas de rocas y hundimientos en los escarpes de los valles, producidas en vastas extensiones. Se cierran valles y se transforman en lagos. Aparecen cascadas y se desvían los ríos. »
El territorio español queda dividido, según estas normas preventivas, en tres zonas correlacionadas con el grado de intensidad de los movimientos sísmicos más frecuentes en el área afectada: zona primera, de sismicidad baja; zona segunda, de sismicidad media, y zona tercera, de sismicidad alta.
Los criterios que se siguen, en la adopción de medidas de sismorresistencia, se basan en el «estudio dinámico» de la construcción, con los criterios de la mecánica y elasticidad y «estudio estático» de la construcción, sometida a un sistema de fuerzas equivalentes.
Según se señala en el estudio de Norma Sismorresistente, desarrollado por Rodolfo Núñez de las Cuevas, presidente de la Comisión Permanente de Normas Sismorresistentes respecto a las fuerzas que constituyen el sistema equivalente al que se desea estudiar «pueden descomponerse los elementos de la construcción en un sistema finito de elementos, acumulando la totalidad de la masa de cada elemento en uno de sus puntos característicos. Las acciones sísmicas que actúan en cada elemento pueden estudiarse determinando separadamente las componentes horizontal y vertical».
El objetivo de estas normas no es que las construcciones puedan resistir sin daño cualquier terremoto que pueda presentarse, sino evitar su hundimiento brusco o colapso, con el consiguiente ahorro de daños a las personas. En este sentido pueden proyectarse las construcciones de modo que, ante las acciones sísmicas, aleatorias y de breve duración, además de tener en cuenta el comportamiento de los materiales bajo los efectos dinámicos, se permite que los materiales experimenten mayores deformaciones que las permitidas en los casos ordinarios».
Los edificios españoles quedan clasificados en aquellas obras de «alcance económico limitado, sin probabilidad razonable que su destrucción pueda producir víctimas humanas, interrumpir un servicio primario, o daños económicos a terceros; obras cuya destrucción pueda ocasionar víctimas humanas, interrumpir un servicio necesario para la colectividad o producir importantes pérdidas económicas; y obras cuya destrucción pueda interrumpir un servicio imprescindible después de ocurrido un terremoto, o dar lugar a efectos catastróficos».
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