Composición coral en Oviedo

Se acaba de celebrar en Oviedo el II Concurso de Composición Coral sobre temas populares asturianos. El concurso está organizado por la Federación de Masas Corales de Asturias, con sede en Pola de Siero, que preside Modesto González Cobas, y ha sido patrocinado por la Caja de Ahorros de Asturias. Este concurso es nacional y han concurrido a él 42 piezas corales, para voces mixtas, de diferentes lugares de España.

La canción asturiana, estudiada en un libro de ese título por el profesor José Benito Alvarez Buylla (Salinas, 1977) es rica y variada. Las masas corales, como es tradicional en toda la vertiente cantábrica, abundan en la región asturiana desde hace más de un siglo, como lo expone Luis Arrones Peon en su voluminoso y bien documentado libro Historia coral de Asturias (Oviedo, 1978). Esa música anónima, no elaborada, que se canta individual o colectivamente y que emana del pueblo campesino, ha ido cediendo ante los gustos y la dirigida masificación de nuestro tiempo. Pero, aunque transformada o alterado su texto primitivo, se ha mantenido en la memoria y el corazón populares.Compositores y folkloristas han ido recogiendo en el pasado el acervo musical de Asturias. José Hurtado, en sus Cien cantos populares asturianos (1889); Maya y Rodríguez Lavandera, publicando en 1908 su AIma asturiana; en 1914, Baldomero Fernández, sus Canciones asturianas, donde hay un Arriméme a un pino verde que, a juicio de Buylla, resiste dignamente la comparación con la versión de Falla. Manuel del Fresno, con prólogo de Silvio Itálico, publicará en 1934 sus Canciones populares asturianas, y tendrán también carácter antológico los tres volúmenes de Potpourri de Víctor Sáenz. Pero el corpus básico de la canción astur lo constituye todavía el Cancionero musical de la lírica popular asturiana (1920), de Eduardo Martínez Torner. Sobre él, por lo general, han venido trabajando cuantos compositores han querido infundir nueva vida y ampliar el repertorio de la canción coral asturiana. Esto es lo que trata, ante todo, el Concurso de composición para masas corales, en un meritorio esfuerzo por actualizar, enaltecer y expandir el gastado repertorio, labor que tendrá mayor eficacia el día que se publiquen, como está proyectado, las partituras seleccionadas en la final.

Cinco han sido este año las que llegaron a la final, una final en vivo, porque un coro selecto de cantores que leen a primera vista preparó en una tarde las piezas seleccionadas, ofreciéndolas por la noche en bella sesión coral en la capilla del hotel Reconquista, de Oviedo. Canciones enviadas desde Valencia (Amando Blanquer), San Sebastián (Tomás Aragües), Vigo (Antonio Cardeñoso), Barcelona (Vicente Acuña) y Madrid (Mariano Alfonso Salas). Un jurado presidido por Samuel Rubio, presidente de la Sociedad Española de Musicología, dio el primer premio al Retablo de Navidad, tríptico coral presentado por el compositor alcoyano Amando Blanquer, bien conocido en los medios musicales españoles por su producción musical y por haber dirigido algún tiempo el Conservatorio de Valencia. El segundo premio lo obtuvo Soledad del alma mía, poética y expresiva composición de Tomás Aragües, músico que dirige una orquesta de cámara en San Sebastián.

Admirable ejemplo el del concurso de Oviedo, que, como el ya veterano de Tolosa, revitalizan la hermosa tradición coral del Cantábrico.