Solidaridad con Castilla del Pino
Con mucho gusto unimos nuestro nombre al de los casi mil firmantes de la carta publicada el domingo 25 de febrero en el diario EL PAIS, pidiendo solidaridad con el profesor Castilla del Pino y exigiendo la regularización de su situación académico-administrativa. En los momentos actuales es una vergüenza que intelectuales de la talla de Castilla del Pino sigan postergados o marginados de la vida universitaria oficial española, cuando tanta falta están haciendo precisamente para evitar que la Universidad española se hunda definitivamente. Durante muchos años -los casi cuarenta que duró el régimen franquista- la Universidad española se vio obligada a prescindir de la colaboración y de la presencia de científicos e intelectuales como Castilla del Pino y así le ha ido en esos cuarenta años a la Universidad española-. Quienes queríamos escuchar sus lecciones y seguir su magisterio teníamos que conformarnos con leer sus numerosos libros y artículos -no siempre permitidos- o con asistir a sus casi clandestinas conferencias y seminarios, con el riesgo de caer en alguna redada policial o de llegar a ser reos de un delito de reunión o asociación ilícitas. El contacto personal y permanente a través de una actividad académica normal nos estaba vedado por las mismas razones que se nos vedaban tantas otras cosas hoy, absolutamente normales. Hemos sido testigos de cómo se tachaba una y otra vez por las autoridades universitarias (?) su nombre de la lista de conferenciantes propuestos para un cielo de conferencias que pensaba organizar el aula de cultura de alguna facultad y de cómo esas conferencias, si alguna rara vez se permitían, eran prohibidas cuando estaban a punto de celebrarse y los cientos de estudiantes, obreros e intelectuales congregados para oír sus ideas y sus palabras éramos dispersados con no muy buenos modales. Todo esto parece que ha pasado va. Sea en buena hora. Pero la Universidad española tiene contraída una deuda con Carlos Castilla del Pino; una deuda que no puede ser saldada con un simple puesto a nivel de agregado interino -¿hasta cuándo el «timo» de los agregados y de los interinos?-, indigno de su nivel y de su prestigio. Los que nos consideramos discípulos suyos y admiradores de su personalidad y de su obra científicas pensamos que ya va siendo hora de que se conceda a Carlos Castilla del Pino, el puesto y la categoría que por sus méritos le corresponden.Profesor agregado de Derecho Penal,
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