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Giménez Caballero y "La Gaceta Literaria"

Charla del diplomático, escritor y cineasta

Ernesto Giménez Caballero intervino el pasado martes en el ciclo de conferencias organizado con motivo de la Exposición de Revistas Literarias Españolas Biblioteca del 36, que permanece abierta hasta el próximo domingo en la Sala de la Biblioteca Nacional.El público asistente a la «Confidencia, en lugar de conferencia», de Giménez Caballero era conocedor del tema propuesto: evocar a través de su fundador y director los orígenes y desarrollo de los 123 números de la revista La Gaceta Literaria (enero 1927-mayo 1932), órgano de la generación del 27. En la sala estaban testimonios vivos de la época, como Rosa Chacel, Maruja Mallo y Antonio de Obregón, investigadores; bibliográficos (José Simón Díaz, Hipólito Escolar), y la última generación que redescubre las vanguardias literarias de los años veinte y treinta en España, como Michi Panero, que recoge desde hace cinco años documentos fílm¡cos de la época, y Juan Manuel Bonet, reciente impulsor de la obra de Rafael Cansinos-Assens.

En esta reunión de amigos apenas se mantenía en el recuerdo el pasado fascista y teórico del falangismo de Giménez Caballero. «Soy el único liberal que hay en España, lo demás es camelo», declaró a EL PAIS. El sentimiento general de la audiencia se podía concretar en estas palabras del escritor Keith Morfett, colaborador del Sunday Times: «No tengo ninguna simpatía por sus ideas políticas, pero vale más hablar con él que leerse un capítulo de Hugh Thomas. Forma parte de la historia de España y de la guerra civil, un tema que sigue interesando al público inglés.»

Como orador, Giménez Caballero pertenece a la antigua escuela, que considera el micrófono como un castigo personal y una fatalidad para el público. Sus primeras palabras estuvieron dedicadas a ese «bozal del orador», que le impide moverse y conquistar el ánimo de los oyentes; incluso tuvo en cuenta la connotación, porno del micrófono. Habló sin notas y de pie. Al recordar sus casi ochenta años tuvo la coquetería de sentarse sobre la mesa en una postura a lo negligé.

En los orígenes de la fundación de La Gaceta Literaria distinguió uno de tipo espiritual, como miembro de una generación, la de Ortega, que veía en Europa el camino de redención de España, y otro de tipo literario. Evocó su estancia en Estrasburgo y su regreso en la época del desastre marroquí, y la dictadura de Primo de Rivera. «Ya no era el europeizante fanático. Descubrí que el genio de España se componía dé Occidente y de un núcleo oriental.»

La creación de La Gaceta Literaria se sitúa en la moda de los periódicos de las letras que ya existían en otros países. La revista iba a recoger las sentencias de la vanguardia cultural de la época. El primer número apareció el 1 de enero de 1927, teniendo a Guillermo de Torres como secretario. Descendió, en oposición a la teoría de Gerardo Diego, el nombre de generación de 1927 cuando los escritores, en plena dictadura, tenían que crear y preocuparse de la política. Recordó el origen de la vanguardia, desde el Manifiesto de Marx de 1848, las obras de Picasso y Mar¡netti, la primera guerra mundial, el dadaísmo, Ramón Gómez de la Serna, hasta llegar al «cansancio de las formas» y el movimiento de orden.

La última parte de su exposición estuvo dedicada a las actividades de los intelectuales que colaboraban en la revista, antes de su división en tendencias prefascistas (Ledesma Ramos, Giménez Caballero) y comunistas (Arconada, Alberti). La creación del primer cine-club en España, una galería para el arte nuevo...

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