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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Catalanes en Madrid

Somos dos catalanes que -como otros muchos- estamos cumpliendo el servicio militar en Madrid. Por la ruta de nuestro servicio diario, entre las calles de Hortaleza y Augusto Figueroa, a las 10.30 horas del día 4 de los corrientes, se produjo un altercado por cuestiones de tráfico entre nosotros y dos señores que conducían un R-6, azul M-7572-B. En el diálogo que se originó con los infractores, instintivamente, expresé una frase más en catalán que en castellano, ante el fallo lingüístico, los citados señores, amenazándonos verbal y físicamente nos recordaron que el único idioma que se habla es el castellano. Ante tal actitud agresiva y a la vista de la pobre cultura de que hacían gala los dos señores les dimos la razón para ya zanjar el asunto. Hasta aquí el problema era intrascendente. No obstante, al momento llegó una guardia municipal interesándose por el altercado, le informamos de la triste situación producida y aquí llegó nuestra pasmódica sorpresa cuando la funcionaria ratificó muy elocuentemente el carácter obligatorio de la lengua castellana y nos invitó muy airadamente a marcharnos de Madrid, a nosotros y a todos los catalanes, expresando su repulsa contra nosotros y todo lo relacionado con Cataluña. A la vista de que estamos en Madrid con carácter obligatorio nos recordó la posibilidad de no volver más y marcharnos cuanto antes mejor. La señora guardia municipal se quedó contemplando, con sonrisa irónica y satisfecha de haber cumplido con su deber, corrio nos retiramos cabizbajos y con los dientes apretados ante tal humillación.Sobran comentarios al respecto, pero sí deseo,precisar:

1. ¿Quiénes son realmente los separatistas? O, en todo caso. ¿quiénes provocan o incitan el origen de situaciones radicales?

2. Un incidente de este tipo, ¿no hace intuir una generalización del problema a niveles superiores y, en consecuencia, la formación de un círculo vicioso de incomprensiones y errores con efectos de todos harto conocidos?

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3. Es posible que una señora con esta mentalidad y educación desempeñe un cargo público al cual le está asignado -tal como reza la Constitución y como principio democrático- la misión de proteger y velar por los derechos y libertades del ciudadano? ¿O es que empíricamente sigue en vigor el principio caudillista por el cual el espíritu y lengua nacional coinciden con el espíritu y lengua castellana?

4. ¿No es hora ya de democratizar todas las instituciones administrativas- estatales y dejar paso a otros señores (o señoras) que se hagan merecedores de su cargo por sus capacidades reales para acceder a él y eliminar a los careas ideológicamente anquilosados aún con los tiempos donde imperaba el digitalismo, el enchufe, etcétera, y en que era más importante gritar: ¡Arriba España! con el brazo en alto, que poseer más conocimientos y unos méritos que lo hicieran merecedor para el ejercicio de su cargo?

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