El Gobierno francés no define su actitud ante el "ayatollah" Jomeini
«Ya veremos», le respondió a EL PAIS una fuente autorizada francesa al ser interrogada sobre cuál seria la actitud oficial del Gobierno galo respecto del ayatollah Jomeini, jefe de la Iglesia chiita de Irán, cuándo termine su estancia legal como turista, dentro de tres semanas escasas.
El principal líder político-religioso de la oposición al sha Reza Palhevi llegó a Francia a comienzos dé octubre y se instaló en las cercanías de París, en el pueblo de Neauphle le Chateau. Desde entonces su actividad ha sido intensa, recibiendo a adversarios del sha y haciendo declaraciones o llamamientos a la lucha armada.
En vista de este despliegue, las autoridades francesas aclararon que el ayatollah no tenía estatuto de refugiado político y que como turista podía permanecer tres meses en territorio francés, respetando las normas tradicionales: primero, no realizar actividad política, participando de manifestaciones o actos similares; segundo, no proferir injurias contra dirigentes extranjeros y no hacer llamamientos a la violencia.
Dos advertencias de las autoridades francesas
Estas condiciones le fueron recordadas a Jomeini verbalmente en dos ocasiones por las autoridades galas: al llegar a Francia y unas semanas después, cuando multiplicó sus declaraciones bélicas contra el sha (véase EL PAIS del 2 de noviembre).Pese a las indicaciones oficiales, la actividad del jefe religioso iraní no ha variado demasiado desde entonces. Frente a la determinación del ayatollah y, de una manera más general, ante la situación creada en Irán, el Gobierno francés, según la fuente ya referida, «no mantiene relaciones con Gobiernos, sino con Estados. Nosotros -añadió-, contrariamente a las posiciones norteamericana y británica, no hemos definido una actitud». Conviene recordar que en varias ocasiones personalidades de la mayoría gubernamental, como el ex ministro Michel Poniatowski, amigo personal del presidente, han analizado los acontecimientos de Irán en términos favorables para el sha, subrayando que «el único error que ha cometido el monarca consiste en haber propiciado una evolución económico-industrial demasiado rápida, que no han digerido ciertas mentalidades religiosas».
Pero oficialmente el futuro de sus intereses económicos en Irán seguramente le aconsejan a Francia la mayor prudencia.
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