Funcionarios norteamericanos informarán en Madrid sobre el Consejo de la OTAN

En virtud del tratado hispano-norteamericano, altos funcionarios del Departamento de Estado, que participaron en las sesiones de la OTAN, volarán a Madrid para informar en el Ministerio de Asuntos Exteriores de los resultados de la semana atlántica, concluida en Bruselas. Es el único cordón umbilical que relaciona España a la OTAN, a la espera de un eventual ingreso total, como desean varias delegaciones de los quince Estados miembros de la OTAN, Estados Unidos en particular. «No hay cambio de posiciones ni hemos tratado sobre el terna», declaró Joseps Luns, secretario general de la OTAN, al término de la sesión.El Consejo de la OTAN, (Organización del Tratado del Atlántico Norte) concluyó ayer sus sesiones en Bruselas con resultados positivos, al adoptarse el programa de vigilancia de radares aéreos, avanzar en la cohesión atlántica frente a los problemas de relaciones Este-Oeste, proponer una ayuda financiera a los tres Estados más pobres de la Alianza Atlántica (Portugal, Turquía y Grecia) y al recordar a los países del Este que será necesario un avance en el respeto de los derechos humanos, antes de la nueva reunión de la CESC (Conferencia para la Seguridad y Cooperación Europea), a celebrar en Madrid en verano de 1980.

En su conferencia de prensa Luns fue ampliamente preguntado por las reacciones del Consejo a la iniciativa lanzada por el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Owen, de abrir un diálogo directo OTAN-Pacto de Varsovia. Para Luns existen ya varios foros (SALT, ABRF) de contactos concretos entre el Este y el Oeste. Del avance en tales negociaciones, orientadas hacia un control y reducción de armas nucleares y convencionales, dependerá en el futuro la posibilidad de ampliar los contactos.

Sobre la opinión general del Consejo de la OTAN por los problemas en el interior del Pacto de Varsovia, en concreto entre Rumania y la URSS, Luns precisó que la OTAN no espera aprovecharse de las posibles diferencias en el «otro» bando. Excluyó toda posibilidad de intervención occidental en las discrepancias entre Moscú y Bucarest, confirmando, una vez más, el respeto de la política de bloques, pactada en Yalta al término de la segunda guerra mundial. Las tropas de la OTAN permanecieron tranquilas ante los sucesos de Hungría, en 1956, y Checoslovaquia, en 1968, como lo permanecerían en caso de enfrentamiento futuro en Rumania.

El litigio greco-turco, a propósito de la isla de Chipre y de los límites fronterizos en el mar Egeo, fue tema de una larga entrevista entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, presentes en Bruselas para participar en las sesiones de la OTAN. La eventual vuelta de las fuerzas armadas griegas al Comité Militar de la OTAN (del que salieron en agosto de 1974, después de la caída del régimen de los coroneles y de la división de la isla de Chipre), no fue objeto de discusiones oficiales en la OTAN. Ankara, al parecer, continúa supeditando la creación de un centro de mando en territorio griego (Salónica) al arreglo previo de las diferencias sobre el mar Egeo, rico en petróleo.

Los ministros de Asuntos Exteriores de los quince países miembros de la Alianza Atlántica convinieron también la necesidad de preparar al detalle la Conferencia de Seguridad y Cooperación de Madrid para 1980.

El comunicado final insistió que la plena aplicación de la totalidad de disposiciones del acta final de la conferencia de Helsinki es esencial.