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Ben Bella, trece años en la cárcel de la revolución argelina

El 18 de junio de 1965 el Ejército argelino fue colocado en estado de alerta. El coronel Tahar Zbiri, nombrado recientemente jefe del Estado Mayor por Ahmed Ben Bella, había pactado secretamente con Huari Bumedian. Ese día dirigió las operaciones que terminarán abruptamente con el mandato del primer presidente de Argelia independiente.El coronel Ahmed Draïa, comandante de las Compañías Nacionales de Seguridad (CNS) retiró a los guardas del CNS que custodiaban la «Villa Joly», residencia de Ben Bella, y permitió que éstos fuesen sustituidos por hombres de la seguridad militar. Ben Bella, que acababa de regresar de una gira por el interior del país, terminó aquel 18 de junio convertido en prisionero de sus antiguos compañeros, sin que hubiese sido necesario disparar ni un solo tiro. Ahmed Medeghri, Abdelaziz Buteflika, Tahar Zbiri, Ahmed Draïa, Kald Ahmed Y Salah Yahiaui eran los hombres del poderoso grupo Bumedian que habían decidido acabar con Ben Bella antes de que éste adquiriese la suficiente base como para hacer imposible su derrocamiento.

Trece años después, los dos hombres que han encabezado los destinos de la Argelia independiente agonizan en circunstancias y por razones diferentes. Bumedian aquejado por una enfermedad de la sangre irreversible que va a acabar con su vida a sus 51 años de edad, cuando aún podía aspirar a un largo período de poder. Ben Bella, diez años mayor que Bumedian, muere día tras día desde hace trece años, olvidado en una prisión argelina.

¿Por qué no se le libera? ¿Por qué no se le acusa? Al día siguiente del golpe, el 19 de junio de 1965, quienes le derrocaron habían prometido al mundo un libro blanco sobre la supuesta. «alta traición» de Ben Bella. Trece años después ese libro sigue sin aparecer, se han olvidado las acusaciones, pero el acusado sigue privado de su libertad. La perspectiva de la desaparición política e incluso física de Bumedian devuelve a la actualidad la necesidad de liberar al hombre que encarnó a la revolución argelina, por lo menos a los ojos del mundo, mejor que ningún otro.

Hoy parece históricamente con firmado que en las discusiones que surgieron en el liderazgo argelino en los días que siguieron al derrocamiento de Ben Bella se llegó a proponer su liquidación física como una necesidad para acabar a la vez con el hombre y sobre todo con el símbolo. Parece también históricamente probado que el ex presidente debe su vida precisamente a Huari Bumedian.

La liberación de Ben Bella, cuando Bumedian ya ha desaparecido de la escena política, es más urgente que nunca. No se trata de devolverle el poder, sino simplemente de acabar con una situación que ni la historia ni los hechos han justificado. Se ignora por otra parte en qué condiciones físicas han dejado trece años de prisión a un hombre que ya ha cumplido los 61. Es necesario ante todo evitar que la desaparición de Bumedian no resucite viejos fantasmas del pasado que puedan volverse contra quien no podría defenderse.

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Una vocación magrebí

Vi a Ben Bella por primera y última vez a fines de marzo de 1962 en el hotel Tour Hassan, de Rabat, en compañía del periodista cubano Carlos Franqui, que acababa de arrancarle una primera entrevista después de su liberación. Es cierto, como decían sus detractores, que una larga ausencia del campo de .batalla y de la acción directa -Ben Bella estuvo preso desde octubre de 1956 hasta marzo de 1962-1e distanció de los hombres clave de la revolución argelina que precisa mente surgen en esos años. Lo que parece incuestionable, visto con la perspectiva que dan trece años para él de cárcel, es que Ben Bella hubiese en el fondo llevado a Argelia por los senderos de una revolución mucho más profunda, y -aunque parezca una contradicción con ello- que las aspiraciones magrebíes de unidad y cooperación, con las cuales empieza la rebelión de las tres colonias francesas del norte de Africa, Marruecos Túnez y Argelia, hubiesen encontrado en él un impulso considerable.

En marzo de 1962 Ben Bella es taba muy consciente de sus limitaciones dentro de la propia Argelia y al mismo tiempo de su imagen internacional. Su primer viaje, antes de regresar a su país, fue a Marruecos, Túnez y Egipto para testimoniar su vocación magrebí. En los últimos meses de su mandato parecía haberse inclinado por las tesis defendidas en el pasado, y aun hoy, por la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP) marroquíes, que estimaban que la explotación en común de los recursos minerales de Gara Djebilet terminaría con toda querella a propósito de las fronteras heredadas de la colonización Esta cooperación no era nueva para Ben Bella ni para el FLN. En septiembre de 1953 el líder marroquí Allal el Fassi y el del FLN Mohamed Jider, anunciaron la creación de sendos ejércitos de liberación del Rif y Orán. En abril de 1958 la conferencia de Tánger reunía a representantes del partido Neo Destur, de Habib Burgpiba del FLN y del Istiqlal.

Al poder no se llega inocentemente. Ben Bella, fundador en 1949 de la Organización Secreta (OS), no lo hizo; Bumedian, tampoco. Los revolucionarios, que tratan con frecuencia de presentarse como querubines, se molestan con quienes revelan sus «debilidades», pero están poco predispuestos a eliminar las causas de las críticas. Trece años de prisión de Ben Bella es una buena ilustración. El mes de diciembre se celebra él día universal de los derechos del hombre: he ahí una ocasión para demostrar que todas las revoluciones no se tragan a sus revolucionarios.

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