Gran Bretaña deposita sus residuos nucleares cerca de la costa gallega
Las industrias nucleares británicas vierten sus residuos atómicos en un punto situado a una distancia de 718 kilómetros dé las costas de Galicia. Esta operación se ha desarrollado hasta ahora con todo sigilo, según refleja el semanario alemán Stern en el número de esta semana.
La organización antiatómica británica Greenpeace ha revelado que en una ocasión trató de impedir el lanzamiento al Atlántico de cientos de bidones en los que se habían acumulado los residuos nucleares. Esta resistencia de los ecologistas, que se acercaron en lanchas al buque británico Gen en plena operación de vertido, significó dos heridos entre los tripulantes de las balsas. Los cuatro marineros del Gen que procedían a lanzar al mar los bidones provocaron también que uno de éstos fuese a dar encima de los protestatarios.Según Stern, desde hace algunas semanas se encuentran a una profundidad de unos 4.600 metros un total de 5.500 bidones con un total de 2.066 toneladas de residuos atómicos. Estos recipientes se transportaron hasta el Gen en un tren de la Armada británica. El Gen se hallaba fondeado en un pequeño puerto cercano a Bristol. El capitán del buque dotó a sus hombres de equipos antiatómicos cedidos por la Armada y procedentes de una tripulación de submarinos nucleares.
Posible desplazamiento
El lugar elegido para precipitar al Atlántico esta carga se sitúa en estas coordenadas: 16º 30' longitud oeste y 45º 50' latitud norte. Es decir, a seiscientas millas de la costa británica y a 388 de la punta de Vares, según un cálculo realizado para EL PAIS por el Instituto Geodésico de Francfort. El mismo centro de investigación ha aventurado la hipótesis de que los barriles, de 375 kilos cada uno, podrían haber sido arrastrados un largo trecho hacia las costas españolas por la corriente del golfo, cuya velocidad se calcula entre 5,5 y 7,4 kilómetros por hora.
Dado que se desconoce la velocidad que desarrolla esta corriente a grandes profundidades, y que este fenómeno incluye la ascensión de aguas frías hasta la superficie marina, cabe concluir, según los expertos, que estos bidones podrían tener una caída relativamente lenta y, en consecuencia, serían arrastrados siguiendo una línea muy inclinada cuyo extremo inferior se aproximaría peligrosamente a las doscientas millas jurisdiccionales. El punto en superficie elegido para el lanzamiento de estos bidones se sitúa a unos 180 kilómetros de la zona jurisdiccional española.
En cuanto a la cantidad vertida en este lugar por los británicos, se desconoce con exactitud, puesto que la operación a que se refiere Stern es la número 37, llevada a cabo por el capitán McKay, comandante del Gen. Toda esta operación fue fotografiada desde el buque Rainbon, Warrior, fletado por el movimiento Greenpeace para, desde él, impedir que se realizase.
A diferencia del sistema seguido por los alemanes desde hace once años -la acumulación de los vertidos atómicos en minas de sal subterráneas- los británicos iniciaron el vertido de estos residuos en el mar poco después de la guerra. El primer «vertedero marino» fue un punto situado a veinte millas al norte de la isla Guernsey, pero pronto se abandonó este lugar por considerarlo «excesivamente cercano a tierra».
En la actualidad, solamente Suiza, Holanda y Bélgica siguen el ejemplo británico a estos efectos, mientras que los demás países nucleares tratan de evitar la contaminación ambiental acumulando los desechos atómicos en depósitos.
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