Pontífice sencillo
Obispo auxiliar de Madrid-Alcalá.Juan Pablo I era un Papa sencillo, bondadoso, cercano, popular, alegre: infundía esperanza. Aunque todos estábamos esperando a ver cómo vivía esto como Papa, a lo largo de su tarea, que suponíamos más bien larga.
De pronto, desde nuestro punto de vista, humano nos viene la sorpresa, más bien, la consternación. Esto nos recuerda que la vida humana es siempre un misterio impenetrable, una especie de aventura. llena siempre de posibles sorpresas. Y como miembros de la Iglesia, nos resitúa nuevamente en la actitud fundamental de la fe: el verdadero y permanente Papa es para nosotros el Cristo, el Señor Resucitado que no muere y que siempre está al timón de la barca.
A nivel de mis sentimientos espontáneos, confieso que al colgar el teléfono, después de que esta mañana me llamó un periodista para comunicarme «la noticia», al colgar se me escapó espontáneamente esta frase. «¡Que suerte has tenido, muchacho!» Porque yo le veo ya en la casa del Padre, y me parece como el soldado al que le proponen una misión difícil, la acepta con heroísmo, y luego, al poco, le dicen que era una broma. Aunque el cardenal Luciani daba la impresión de que iba a llevar la tiara con bastante paz y hasta con buen humor, qué duda cabe que podía esperar que tendría que encontrarse en momentos difíciles en su tarea. Y, ahora, de pronto, le dan ya el premio, cuando apenas había comenzado a enfrentarse con el duro trabajo diario, con las alternativas; cuando estaba como en la luna de miel, en las mieles de su pontificado. Por eso he pensado que para él ha sido como una gran suerte, como una lotería de la Providencia.
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