Recuerdos de leyendas y regreso al pasado
Cuando el «astronauta-filósofo» Neil Amistrong describió, a media dos de la década de los 60, desde una cápsula espacial Géminis, las características más relevantes de nuestro planeta, no pocas personas ignoraban los matices a que se refería; en cambio, muchos habitantes de la Tierra ignoraban que algunas decenas de siglos antes, una de descripción en términos parecidos había quedado impresa en él legado cultural de la Humanidad por obra y gracia de la civilización sumeria y su epopeya Gilgamés.La explicación generalmente aceptada del vínculo mítico y abstracto entre los primeros pobladores del planeta y el cielo ha dado paso a teorías y explicaciones aventuradas para unos, insuficientes para otros y fantásticas para los más.
La respuesta de los dioses
Erich von Däniken. Ediciones Martínez Roca.Barcelona, 1978.
Entre los investigadores más nombrados y conocidos en lo que se denomina la «neo-arqueología» se encuentra Erich von Däniken. Su tesis de que nuestro planeta fue visitado hace milenios por seres procedentes de las estrellas encuentra cada día mayor número de seguidores, incluidos científicos ortodoxos.
Si bien el tema de la ufología empezó a ser estudiado con interés a raíz de la desaparición del piloto norteamericano Mandel, cuando perseguía un objeto no identificado (OVNI) en 1947, historias sobre objetos mecánicos celestes se encuentran en todos los pueblos, en todas las culturas, desde los albores de la historia conocida.
El quinto libro que Däniken dedica a la búsqueda de huellas de los dioses extraterrestres (de otros tres anteriores hay versiones cinematográficas estrenadas en España) es, por encima de todo, una defensa de sus criterios fantásticos contra la campaña que determinados sectores de una ciencia oficialista y una religiosidad timorata han desencadenado contra este hotelero suizo, aficionado a la. arqueología y a las leyendas, que consigue comercializar mejor que otros la idea de que los dioses que crearon al humano del planeta Tierra y le transmitieron parte de sus conocimientos eran seres procedentes de las estrellas.
¿Cómo explicar que los dogun, tribu de Sudán, veneren desde tiempo inmemorial la constelación Sirio y dibujen con perfección la órbita irregular de la estrella Sirio B, que se descubrió a principios del siglo XX?
¿Por qué el ingeniero de la NASA Blumrich, tratando precisamente de desmitificar a Däniken, reconstruyó con conocimientos aeronáuticos actuales la visión del profeta Ezequiel y obtuvo en la investigación el esquema de un objeto con cualidades técnicas para volar?
En fin, es sólo coincidencia que todos los textos sagrados hablen de los hombres-dioses -Elohim, Quezaltcoal, Viracocha, Visnú-, que bajaron de las estrellas creando y enseñando a nuestros antepasados?
Un largo etcétera de preguntas que la ciencia oficialista se niega a responder o contestar con un simple desafío a Dániken y a otros colegas de investigación: «Queremos una prueba», dicen.
La «prueba» tangible, desestimando a prior¡ las coincidencias y misterios, no depende de Däniken y sus amigos neoarqueólogos, sino más bien de los dioses. El doctor Allen Hynek, asesor de Steven Spielberg en la película Encuentros en la tercera fase, en otra época colaborador del Gobierno americano, deja entrever la posibilidad de que tal «prueba» la dejen los dioses mañana o la hayan dejado ya.
En este punto, ni Däniken ni Oxford, por poner un ejemplo, tendrían un papel relevante. Como insinúa el hotelero anarco-científico, el protagonismo está de la mano del Pentágono y del Kremlin.
Babelia
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