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La Real Fábrica de Tapices puede desaparecer

Comparable sólo con los gobelinos franceses

Si no se pone un remedio rápido, la Real Fábrica de Tapices entrará en crisis irremediable. Si durante los próximos meses parecen estar asegurados medios de vida en precario -situación que por otro lado arrastra desde los años cincuenta, es decir, desde la aparición de la Fundación Francisco Franco-, no existe ningún tipo de seguridad de que sigan llegando pedidos particulares que alarguen su vida.

Si esta situación se llega a plantear, cerrará una de las dos instituciones de su categoría que existen en Europa: la otra es la fábrica de los célebres gobelinos franceses. A este estado de cosas -que fue plantedo el pasado miércoles en una conflictiva rueda de prensa, en la que intervinieron las centrales sindicales UGT y Comisiones Obreras, Adelpha y la Asociación Sindical de Artistas Plásticos- han llegado por el progresivo abandono de la Administración, volcada en la Fundación Francisco Franco. Ahora, tanto el director de la Real Fábrica, que actualmente es una empresa familiar, como los trabajadores especializados, que llegan al centenar, las centrales sindicales y Adelpha estudian las posibilidades de salvación de un centro artesanal, que cuenta ya más de doscientos cincuenta años y que, mundialmente conocido, debe ser salvado y ocupar el papel que le corresponde.La Real Fábrica de Tapices fue fundada en 1721, bajo el auspicio del primer Borbón. El hizo venir a Jacobo van der Gotten, artesano tapicero, que, se encargaría de conservar alfombras y tapices tanto como de suministrar a los palacios de la Corona, junto con otras instituciones como la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro, o la de Cristal de La Granja. Según Enrique Iparraguirre y Carlos Dávila, que firman el estudio histórico de la Real Fábrica publicado con motivo de sus 250 años de existencia, sólo a mediados del siglo XIX aparece, en ésta empresa que siempre fue de carácter familiar, una actividad de tipo privada, que siguió coexistiendo con el tradicional servicio a la Corona, y ello por dificultades de solvencia, coyunturales, de la Casa Real.

Han marcados estos años fase de mayor predominancia de uno u otro modo de financiación, pero siempre, incluso en los períodos de la dictadura de Primo de Rivera y -la República, la Real Fábrica de Tapices cubrió las necesidades de mobiliario del patrimonio, al tiempo que se afiarizaba como una de las más importantes fábricas de tapices del mundo.

Según José Luis Souto, vicepresidente de Adelpha, en declaraciones a EL PAIS, señaló que «el tema de La Real Fábrica de Tapices interfiere con el del Patrimonio Nacional-Real Casa, y dentro de éste, con el de la Fundación Francisco Franco, porque toda su crisis procede del trato de favor hacia esta institución. Por otra parte, la Fundación Francisco Franco no puede cumplir muchos de los fines para los que está capacitada la Real Fábrica, por ejemplo, la restauración de tapices, y si ha podido subsistir ha sido, primero, porque aunque nació como fundación, se integró en el INI como empresa deficitaria, y además ha actuado como inmobiliaria, especulando con los terrenos coliadantes a la fábrica, en los que actualmente se edifica. La existencia de esta institución, con la consiguiente supresión de encargos oficiales a la Real Fábrica, ha producido una crisis que, en sí misma, es artificial».

La salvación de este importante centro artesanal -cuyos medios están en estudio- se podría llevar a cabo con un programa masivo de restauraciones del patrimonio de tapices, tanto del Estado como de la Iglesia, para lo cual podría crearse algún modo de nexo definitivo entre la Real Fábrica y el Instituto Central de Restauración del Ministerio dé Cultura. Deberían trabajar sobre cartones nuevos, además de los tradicionales, para lo que se podría establecer un programa de colaboración con el Centro de Investigación de Nuevas Formas Expresivas, que podría convocar, por ejemplo, concursos de cartones. Las centrales sindicales, por otra parte, realizan actualmente un estudio de las necesidades económicas, que podrían resolverse mediante exención fiscal y posibles subvenciones.

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