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Entrevista:

"Bilbao", una historia de amor y cotidianidad urbana

Entrevista con su realizador Bigas Luna

Bigas Luna es uno de esos casos insólitos en la cinematografía mundial, y prácticamente cotidiano en la española, en los que la vocación cinematográfica se impone a las diflicultades que encuentra en el camino de la realización. Dirigió un primer largometraje, Tatuaje, basado en la novela de igual titulo de Vázquez Montalbán, que tuvo unos resultados mediocres entre el público y la crítica. Bilbao, su segunda película, basada en un relaito propio, sorprendió positivamente en la últirna edición del Festival de Cannes hasta el punto de que Marco Ferreri la compró para su distribución comercial en Francia e Italia. Estas son sus respuestas sobre la gestación del filme.

«Bilbao, es una historia de amor, es la historia de un personaje que vive totalmente integrado en nuestra sociedad y en la que se encuentra perfectamente adaptado, rodeado de todo tipo de objetos a los que adora y rinde culto. Redescubre el elemento humano y se enamora de una mujer: Bilbao, que es una prostituta y profesional del strip-tease del barrio chino de Barcelona, de la que quiere apoderarse y a la que no puede "comprar". Puesto en crisis el concepto de "anormalidad" que habitualmente se aplica, Leo, el protagonista, es considerado como un anormal cuando de hecho todo lo que hace no es más que lo proyectado o deseado en cualquier subconsciente educado bajo las normas de nuestra cultura. Es decir, Leo hace lo que le han enseñado. Dicho con otras palabras, intento señalar que cuando nos enseñan lo que debemos hacer, aprendemos lo que no debemos hacer y deseamos más lo segundo, aunque por naturaleza hacemos lo primero.

Hay también un intento de descubrir la intimidad del individuo y en este sentido he intentado llegar lo más lejos posible a través de la descripción del protagonista.

La película rinde un homenaje a la ciudad. A mí personalmente me interesan mucho las ciudades, sin que con esto quiera negar las cualidades del campo, que ya las defienden los ecologistas. Todos los paisajes de la película son urbanos, el metro, las luces de neón, etcétera. Creo que pertenecemos a una cultura tecnológica, lo que intento reflejar en la película. Por ejemplo, la secuencia en que el protagonista anda por la calle con un magnetófono en el oído creo que llega a ser una escena romántica, ya que, para él, en aquel momento, su cassette es su mejor amigo. No sólo me interesa enseñar los elementos de la tecnología doméstica, sino también especular con los mismos. Por eso utilizo una maquinilla de afeitar Braun (que creo que es utilizada por muchos españoles) y que en la película es utilizada para afeitar el pubis de Bilbao.

Todos los actores fueron elegidos desde el día en que terminé de escribir el cuento Bilbao, en el que me basé para hacer la película. La elección de Isabel Pisano como personaje de la prostituta está hecha de igual manera que la selecciona Leo, viendo la fotografía de ella en una revista popular. Su trabajo, como evidencia el filme, fue durísimo a todos los niveles y me gustaría aclarar que es una persona con una entrega total a su trabajo y una gran resistencia física. María Martín es ella porque ya en el cuento, cuando describí al personaje, pensaba en ella misma. En la película se llama María. Angel Jover es muy amigo mío y trabajó en el proyecto desde el principio.

El trabajo con los actores es muy importante, porque a partir de un guión acabado ensayo con ellos (en el caso de Bilbao durante un mes y medio) para obtener lo que será el guión definitivo. Esto requiere por parte de ellos un gran interés por el proyecto, ya que les absorbe un tiempo mucho mayor del habitual.

La secuencia que más me interesa de la película, a mí, personalmente, es la que el protagonista compra un pez y una salchicha y la introduce en la boca del pez. Me interesa porque, aparte de que me gusta estéticamente, es un poco un coito entre el mundo animal, comestible, con lo comestible elaborado tecnológicamente, además del significado religioso que pueda tener el pez y el que tiene, desde el punto de vista lúdico, una salchicha.»

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