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La dislexia

Factores sociales y economicos

El primer ambiente social del sujeto, fuera del vientre materno, es la familia, ya mundo sonoro, auditivo, verbal, que el sujeto va a asimilar por ósmosis.Esa estructura sonora está encuadrada, a su vez, en otra más amplia, a la que condiciona y por la que es condicionada a todos los niveles, y básicamente el verbal. El lenguaje viene así determinado en su riqueza, no tanto por las aptitudes propias del sujeto -herencia- sino por las aportaciones del exterior y esto en función del medio económico, social y cultural.

Así, P. Berstein distingue dos tipos de lenguaje: la clase trabajadora sólo dispone del público con un alto porcentaje de órdenes, afirmaciones, preguntas y con un simbolismo muy concreto.

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La clase media posee ese público, pero además uno formal, rico en clasificaciones y operaciones lógicas avanzadas, y donde los medios no verbales sólo figuran en segundo lugar.

En la familia, la madre ofrece un modelo verbal al niño que le ha de servir de intermediario en la interacción con el medio. Un código elaborado es un buen soporte a toda la posterior instrucción. Por el contrario, un código reguirigido se revela a todas luces insuficiente para un contacto escolar standard.

A partir del lenguaje adquirido, en condiciones más o menos óptimas y consecuentemente más o menos vital para relacionarse con el medio y consigo mismo, el niño ha debido de obtener una condición psicológica idónea, necesaria para el aprendizaje de la lengua escrita, que a diferencia de la oral, que se aprende por inercia, es impuesta, requiere aprendizaje, y éste, motivación.

Este aprendizaje se relaciona o ha de relacionarse muy directamente con la maduración. Se aprende a leer y a escribir cuando se puede y no cuando se quiere. En este sentido existe un peligro manifiesto en las exigencias de un aprendizaje rápido. En una sociedad competitiva con sistemas de enseñanza públicos y privados, con ritmos administrativos distintos cuantitativa y cualitativamente, se provocan descompensaciones que a la larga acaban bloqueando al niño.

En los centros de filosofía elitista se les elimina sin más. Los coordinadores se encargan de transmitir a la familia la imposibilidad de continuar en el centro, orientándoles amablemente a otros centros con niveles inferiores, a veces demasiado.

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