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Crítica:XV FESTIVAL DE ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Escaso público en la representación de "Lud Gidia"

La Orquesta y el Coro del Teatro de la Opera de Varna (Bulgaria) ha ofrecido la ópera de Paraschkev Hadjiev titulada Lud Gidia. Conocido el recelo del público ante la programación de lo nuevo o, simplemente, de lo no conocido, era muy de esperar el triste aspecto que presentaba el teatro de La Zarzuela al comenzar esta sesión fuera de abono. Eso sí: el escasísimo público apludió con calor y simpatía la excelente versión que dirigiera Georgi Zanev, entusiasta conductor de esta buena orquesta en la que brillaron diversos solistas, especialmente el concertino, versión en la que desempeñaron los principales papeles el tenor Ewgeni Lekov, la mezzo Blagovesta Karnobatlova -de seguros y brillantes agudos- y el barítono Sabin Markov, que encarnó su papel con bella voz y excelente línea de canto. Schadura, Panajotov, Hmajak, Krikorian, Zigantschev y Hadjiev completaron el bien equilibrado reparto. En cuanto al coro, que nos había gustado en Boris, anduvo aquí a sus anchas con música sin especiales dificultades.¿Qué decir de la ópera de Hadjiev, seguramente presentada con carácter de estreno? Es como una zarzuela, era comentarlo generalizado. Decididamente, el autor -nacido en Sofía en 1912- es de formación y criterios netamente tradicionales a juzgar por su Lud Gidia. El tema no puede reunir más ingenuidades ni convencionalismos, y la música busca (como el montaje, que dirigió Emile Bochnakov) la vistosidad colorista y la fácil comunicatividad por vía de lo «popular», entendido este concepto con cierta superficialidad. No faltan gotas de música rusa tantas o más, del operismo italiano de principios de siglo. En conjunto, Lud Gidia quedó muy lejos de admirarnos, pero su intrascendencia está asumida y la escucha puede resultar hasta grata si no aspiramos a gran música ni a conocer una ópera de nuestro tiempo.

Este desganado artículo debería cobrar calor a su fin, en el momento de hacer alguna consideración sobre la discutible presencia de una ópera búlgara, muy escasa de significación, en un Festival de Ópera de Madrid en el que no se da cabida a la música española. Porque nuestra escena musical carece de títulos equiparables al gran repertorio italiano, alemán o ruso, pero óperas y operitas, zarzuelas grandes y chicas, sí que podemos encontrar a docenas con interés igual o mayor al de Lud Gidia y cuya programación, por supuesto, sí hubiera adquirido significado.

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