"Las mormas sobre petos se cumplirán a rajatabla"
«El reglamento taurino se hará cumplir a rajatabla», ha manifestado a EL PAIS el gobernador civil de Madrid, a través de su gabinete de prensa. «Me remito -añade- a cuanto dije el pasado 30 de mayo a raíz de la suspensión de la corrida de feria de San Isidro, como consecuencia de la negativa de las cuadrillas a participar en el festejo. En la rueda de prensa convocada aquella noche manifesté que existe un reglamento vigente y que hay que cumplirlo. Y así se va a hacer en la corrida de Beneficencia de mañana y en todas las demás.»A primera hora del lunes nos pusimos en comunicación con el gabinete de prensa del Gobierno Civil para hacer esta única pregunta dirigida al gobernador, Juan José Rosón: «En la corrida de Beneficencia y todos los festejos sucesivos, ¿el Gobierno Civil hará cumplir el reglamento en todo su articulado, y muy especialmente en lo que se refiere a los caballos de picar y sus petos?» La contestación inmediata fue que el señor Rosón había sido muy claro en la citada rueda de prensa; pero insistimos en la pregunta, pues en determinado medios taurinos se afirmaba que el gobernador, en reunión posterior con representantes de los toreros les prometió que procuraría atenderles en su pretensión de utilizar los petos no reglamentarios, quizá para modificar lo reglamentado.
La respuesta tardó en llegar -tuvimos que esperar hasta ayer por la tarde-, pero fue, finalmente, concreta, inequívoca y satisfactoria para un gran sector de la fiesta, en el que se incluyen los aficionados y los ganaderos: se hará cumplir el reglamento, a toda costa. Caballos de picar y petos habrán de ser los estrictamente reglamentarios. El Gobierno Civil, a través de su portavoz, hizo hincapié en calificar de rotunda esta decisión.
Recordemos ahora que los petos han de ser reconocidos en la mañana de la corrida por la autoridad, empresa y lidiadores (o sus representates), y se precintan los que se ajustan a las normas. Los que «por su formato -dice el artículo 85 del reglamento-, materiales empleados en su fabricación y peso no reunieran las condiciones determinadas, serán desechados, estando la empresa obligada a romperlos en el acto ... ».
No se entiende cómo estas normas, que están claras, han sido ignoradas durante tanto tiempo. Si hay en las plazas (en la de Las Ventas, por ejemplo) petos que no se ajustan a las características reglamentarias, es porque la empresa incumplió su obligación de destruirlos y la autoridad no exigió que lo hiciera, ni estuvo vigilante en los reconocimientos.
Ahora, a raíz de la intervención de la autoridad para que lo reglamentado se cumpla, algunos picadores hacen circular la especie de que muchos aficionados y ciertos críticos quieren que los toros maten' a los caballos y que los propios picadores se rompan la cabeza.
Es evidente que no hay tal cosa: se exige, simplemente, que el toro no sufra un quebranto brutal y que se haga como es debido la suerte de varas. Pero conviene precisar que durante las reuniones para la reforma del reglamento, celebradas este invierno, mientras buen número de representaciones de los estamentos de la fiesta pedían que se redujera el peso (que es lo verdaderamente importante) en relación con el vigente en la actualidad, picadores, contratistas de caballos, toreros de a pie, etcétera, jamás dijeron, ni insinuaron siquiera, que el peto debía aumentarse hasta el peso y características del que han venido utilizando antirreglamentariamente. Se contentaban con el legal.
Ese suceso de un toro bien criado, con más de quinientos kilos, arrancado de lejos para la suerte de varas, que cuando alcanza al caballo ni lo mueve, sino que se estrella contra él, es el que debe desaparecer para siempre de los ruedos. El quebranto de la fuerza del toro, para ahormarle, debe venir de la sangría de la puya y no del encontronazo contra el peto. Y los puyazos han de ser administrados progresivamente, en número no inferior a tres, para lo cual el picador defenderá al caballo con la vara y el matador se apresurará al quite en cuanto vea a aquél mínimamente comprometido a causa del poder que exhiba el toro durante la suerte.
Está visto que algunos picadores (los malos) prefieren verlas venir y hacer el trabajo desde la impunidad de su penco amurallado, y que algunos toreros (los malos, también) prefieren que el toro se agote durante la primera vara, lo que les libera de muchos problemas, entre otros los compromisos de los quites y una lidia en regia. Pero ni la fiesta admite esta grosera forma ele castigar las reses, ni el aficionado consiente que se le robe tan importante y crucial parte del espectáculo, ni la autoridad va a permitir que todo esto suceda en Madrid. Nos consta que los ganaderos solicitarán del ministro del Interior que las medidas adoptadas por el señor Rosón tengan continuación en los restantes gobiernos civiles. para su aplicación en todas las plazas españolas.
Babelia
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