Mariano Antolín: "Los hábitos de lectura son burgueses"
Entre espacios intermedios: ¡Whaam! se llama la última novela de Mariano Antolín Rato, novedad de esta feria, publicada por El viejo topo. «Se ha subtitulado el érase una vez por el conectamos con de la Televisión. Yo lo cuento, pero no lo he inventado», dijo el novelista a EL PAIS.
Pregunta. La gente acusa su literatura de ininteligible.Respuesta. Dicen que no se entiende, es cierto. Los hábitos lectores que vienen condicionando a la gente son los de la literatura burguesa del siglo XIX. Yo pienso que esa literatura daba perfectamente cuenta de lo que ocurría en su mundo, pero que tiene demasiado que ver con una sociedad de clases bien definidas, y unos circuitos de lecturas estables. En esta época, estamos todos machacados por todo tipo de informaciones, y creo que la gente está asustadísima. Así que cuando se cuenta precisamente este mundo, la gente dice que no entiende el libro. Yo creo que lo que realmente no entiende es el mundo mismo.
P. Así que su novela es, en sentido estricto, realista.
R. Sí. Yo no quiero contar simplemente una historia, con un comienzo y un fin, porque en este mundo las cosas salen todas juntas, tan pronto se tira de una de ellas. Por otra parte, sí que tengo una intención narrativa en el sentido de que no sólo intento crear un clima en el que ocurra todo, sino que, además, quiero contar cosas. Esto es, intento escribir novela. No puedo definir de qué tipo, pero novela.
P. ¿Qué tiene qué ver la ciencia-ficción?
R. Para tener un apoyo narrativo, he tomado la ciencia-ficción. De hecho, creo que el universo que estamos viviendo se refleja bien en este género, y que él y otras literaturas de quiosco influyen en la literatura de nuestra generación -bueno, de los que hemos empezado a escribir en los últimos años sesenta- junto con el rock, por ejemplo. Mis novelas pueden llamarse de ciencia-ficción en el mismo sentido en que las primeras de Robbe-Grillet pasaban por ser policíacas. Yo creo que tampoco las mías se ajustan a las estructuras narrativas del género tradicional.
P. Se habla siempre del influjo de Borroughs en su literatura.
R. Lo cierto es que en algún momento me fascinó, me deslumbró por su fusión particularísima entre dos tipos de narración que yo siento muy cerca de mí: por un lado las técnicas tipo nouveau-roman y posteriores, y de otro, la novela vitalista americana. Por otra parte, siento como Borroughs que la sociedad en que vivimos está en su final. Aquella frase suya, cuando alguien le llamaba pesimista, y dijo: ¿Considerarían ustedes pesimista al capitán de un barco que, al ver que se hunde, ordena a los pasajeros abandonarlo? Hasta ahí sí, pero en cambio no he utilizado sus procedimientos narrativos.
Quiero puntualizar algo más: de quien sí estoy cerca es de cierta rama de la SF: la llamada Ficción Especulativa.
P. Con Borroughs le une también el tratamiento de un mundo especial: el de las drogas.
R. Las drogas están presentes en casi toda mi literatura. Esta última novela es, además, de una parábola política, una historia de aventuras entre dos facciones de consumidores de distintos productos. De alguna manera, lo que quiero decir es que aquello que en los sesentas nos pudo parecer liberador -el LSD, por ejemplo- o revulsivo, puede convertirnos igualmente en seres domados. Las drogas y los mass-media, que están omnipresentes en nuestro mundo, y en mi novela son, creo, dos protagonistas. Pero tienen otros, gente, personas. Eso es lo que intento.
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