Francia propone, acabar con el monopolio de los grandes sobre temas de desarme
Tras casi veinte años de ausencia de las discusiones sobre el desarme que se desarrollan en Ginebra desde 1962, Francia se asocia ahora espectacularmente a los trabajos que sobre esta cuestión empezaron anteayer en las Naciones Unidas. El presidente, Valery Giscard d'Estaing, presentará esta tarde su plan de desarme en la ONU que, por primera vez, tras la última guerra mundial, dedica una sesión extraordinaria a las armas, «negocio» que le cuesta al planeta mil millones de dólares por día. El plan francés intentaría, sin muchas esperanzas de conseguir un resultado positivo, estrangular el monopolio soviético-americano de la Conferencia de Ginebra sobre el desarme.
Pocos días después de la intervención militar francesa en Zaire, añadida a las que ha realizado en Chad y Sahara Occidental, el señor Giscard d'Estaing va a presentar un programa de desarme que, desde hace varios meses, ha elaborado personalmente y del que ya ha informado a los principales países del planeta. Sin ilusiones sobre «la utopía de un mundo completamente desarmado» y, por otro lado, convencido de que las naciones deben mantener «un derecho legítimo para asegurar su propia defensa», el presidente francés invitará a sus oyentes «a mantener, como objetivo último, el ideal del desarme general y completo».Entretanto, el jefe de Estado francés propondrá, con su plan, «una visión pragmática» del problema, adaptada a la variedad de los contextos regionales actuales. Las ideas sustanciales del plan-Giscard de desarme son las siguientes:
- Reorganización del organismo actual que funciona en Ginebra, controlado por EEUU y la URSS, en tanto que presidentes vitalicios. Dicho organismo estaría integrado por treinta o cuarenta países que representarían, de manera equilibrada, los cinco continentes.
- Creación de una agencia mundial de satélites destinada a controlar el respeto de los acuerdos sobre el desarme. Este punto ha sido de antemano bien acogido por muchos países del Tercer Mundo, pero americanos y soviéticos lo rechazarían por dos razones: ni quieren reconocer que practican el, espionaje espacial, ni desean intercambiar informaciones.
- Crear un impuesto que pagarían los países «superarmados», y cuyos fondos irían a parar a los países en vías de desarrollo. Moscú y Washington estimarían que no se consideran «superarmados» y, por otra parte, Estados Unidos han anticipado que en materia de ayuda al Tercer Mundo ya hacen bastante. Francia espera ver su plan favorecido por la buena acogida de una parte del Tercer Mundo, aunque sus intervenciones militares recientes, estiman los observadores, «recortan la credibilidad de sus proposiciones»: En Europa, Gran Bretaña, más próxima a Estados Unidos, también estima medianamente el plan-Giscard, de igual manera que otros países que ya participan en la Conferencia de Ginebra.
Incertidumbre sobre el resultado
En medios diplomáticos que asisten a la conferencia de desarme, se manifestó ayer, en privado, un cierto escepticismo sobre la posibilidad de que Estados Unidos y la Unión Soviética puedan llegar a un compromiso sobre el problema, según el New York Times. Los mismo medios hicieron notar que ni Leónidas Brejnev ni el presidente Carter tiene prevista su asistencia a la conferencia y que esto había desanimado a otros países menores. que tratan de convencer a las dos superpotencias de la necesidad de concluir con la carrera de armamentos.
La conferencia no trata de elaborar nuevos pactos sobre desarme, sino de redactar una serie de recomendaciones, en forma de declaración o programa, que sirva de guía en las deliberaciones de la ONU sobre el tema en los próximos años.
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