Sin acuerdo en los precios agrarios CEE
Al término de cuatro días de deliberaciones y regateos entre los nueve ministros de Agricultura de los países del Mercado Común, los problemas candentes de la Europa Verde siguen en pie. Los nueve volverán al ataque el próximo lunes 8 de mayo, en Bruselas, para intentar un compromiso sobre los cinco capítulos que les dividen: precios agrícolas para la próxima campaña 1978-79; reforma de la agricultura mediterránea; dificultades monetarias; monopolio de productos lácteos en Gran Bretaña, y ayudas sectoriales a distintas producciones.
Cada año la fijación de los precios agrícolas garantizados al productor es tema de largas deliberaciones y tradicionales sesiones marathon entre los nueve. Este año las cosas se complican aún más, al ligarse los demás temas a la aprobación de los precios.Se espera que, para la jornada del 8 de mayo, los ministros deban afrontar una manifestación importante de agricultores europeos, cansados de la compleja burocracia ministerial.
En materia de precios, la comisión europea modifica algo su postura y propone un compromiso de aumento medio del 2,5% contra. sólo el 2% propuesto inicialmente. La RF de Alemania y los países del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) consideran que los precios deben progresar, como mínimo, hasta el 3,5%. Francia, Italia y Gran Bretaña, por el contrario, se conforman con las propuestas de la Comisión, al haber experimentado ya cierto aumento indirecto de precios al productor, gracias a la situación devaluada de sus monedas nacionales
En el capítulo de la reforma del sector agrario mediterráneo, CEE, italianos y franceses se enfrentan a propósito de las ayudas que debería recibir la producción vinícola. Francia desea un precio mínimo garantizado para sus vinos y la obligación de un compromiso italiano que acepte destilar excedentes de vino en alcohol, a fin de frenar las ventas de vino común italiano en el mercado francés.
La ayuda a la política agrícola mediterránea (que beneficiará a la zona italiana del Mezzogiorno y del Midi francés) se acompaña de un plan de reestructuración de producciones, apoyo a los cultivos de olivos y frutos y legumbres, irrigaciones y creación de industrias agroalimentarias. Todo ello supone un gasto mínimo de 1.000 millones de dólares (unos 100.000 millones de pesetas), repartidos en un período de cinco años.
«Tenemos que economizar», responde el ministro alemán de Agricultura a sus colegas, siguiendo instrucciones del propio canciller Helmut Schmidt, preocupado por el volumen financiero que adquiere el agro comunitario y la nueva necesidad de cooperar también finalmente con los tres países candidatos al ingreso a la CEE (Grecia, España y Portugal).
Al igual que los precios, la política mediterránea se encuentra en un punto muerto, ante las divergencias de cada Gobierno en la forma de analizar el tema.
Los restantes puntos de fricción son de carácter más técnico, excepto la postura del Gobierno británico que, en contra de las disposiciones de la CEE, quiere mantener su organización de mercado y comercialización de productos lácteos (milk marketing boards). Los demás países comunitarios aceptarían una prórroga de la existencia del organismo británico, hasta 1983, si Londres ofrece contrapartidas en el sector de precios y política mediterránea.
Las sesiones anuales de fijación de precios comunitarios son, desgraciadamente, las que mejor ilustran el carácter marcadamente mercantilista de una Comunidad Europea, cuyos países miembros no acaban de superar su visión parcial y estrecha de sus problemas nacionales, en pro de un sacrificio conjunto para una Comunidad más ágil y efectiva. Ninguno quiere perder y, sobre todo, cada ministro de Agricultura espera regresar a su capital para anunciar que sus tesis han triunfado.
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